Monterrey.- Conmocionado por la noticia. Anegado en el llanto. Atosigado por la duda. Asentado en el hastío. Invadido por la desesperanza. Arrellanado en la dejadez. Frenado por la inercia. Encadenado al desgano. Agobiado por la tristeza. Ensimismado en la nostalgia. Inmovilizado por el miedo. Cautivo en el delirio. Aplastado por la pesadumbre. Perdido en el desatino. Paniqueado por la incredulidad. Sujeto a la utopía. Mareado por el devaneo. Roto en la desilusión. Resquebrajado por la insensatez. Asfixiado en el desaliento. Acicalado por el desánimo. Embalsamado en el desasosiego. Enraizado en la desesperación. Inoculado por la preocupación. Amartillado en la zozobra. Oprimido por la ansiedad. Sometido a la tribulación. Impactado por la expectación. Preso en la inquietud. Herido por la angustia. Alterado de los nervios. Agitado por el pavor. Aturdido en el éter. Conturbado por la impotencia. Atribulado en el misterio. Trastornado por el desequilibrio. Consumido por el dolor. Angustiado en el abismo. Conmocionado por el futuro. Esperas, pero nada esperas… Esperas que el milagro suceda…