Monterrey.- Restaurante lujoso, vestidos de etiqueta, sentados a la mesa, bebiendo champaña, degustando aceitunas rellenas de caviar y exóticas viandas, los dos alegres compadres debatían abiertamente mofándose del mundo y alzando su copa por la hermosa que es la vida.
No, es un restaurante de mediana calidad, vestidos formalmente, sentados incómodamente, ingiriendo jugo verde, probando una ensalada y una parrillada mixta, los dos alegres compadres platicaban gustosamente, burlándose de sus mujeres y gozando por lo cómoda que es la vida.
No, es un puesto de tacos, vestidos con overol de mezclilla, parados ante el sucio mostrador, tomando refresco, saboreando cebolla en rajas y unos tacos bañados en salsa, los dos alegres compadres comentaban las pendejadas que ocurren en su trabajo y consagraban su coca a sacarse la lotería.
No, es una mugrienta tarima con un roído mantel, situada debajo de un olvidado puente, vestidos con harapos, tomando café que sabrá Dios quien les regalaría, comiendo rebanadas de aire y panecillos de desesperanza, los dos alegres compadres, reían a carcajadas burlándose del mundo hediondo y todas sus porquerías, brindando por la agradable sensación de ser libres… No importa el lugar, solo el momento, y la actitud que uno asuma frente a la vida… ¡Celebremos…!