Los ultraderechistas marchistosos son como los misóginos, los homofóbicos, las beatas, los gays pasivos y activos, los fanáticos, las putas, los padrotes, los curas, las monjas, los políticos y los niños caprichosos: radicales, cerrados, lineales, cuadriculados, conservadores, unilaterales, ególatras, obstinados, lúdicos , abyectos, estériles… Claro, con muy honrosísimas excepciones.
Como tienen poco cerebro, los ultraderechistas marchistosos carecen de conciencia crítica y, por ende, son incapaces de pensar objetiva, organizada y analíticamente. Es decir, unos piensan con el hígado, otros con las patas, con los intestinos, con el pi… rineo, con el cu… erpo con los “gumaros”, con la va… ina, con las “naylon”, con el colon, con la próstata…
Otros simplemente no piensan y se dejan llevar como borregos, o mejor, como vacas al matadero… Muy, muy pocos vinculan su pensamiento con el cerebro y el corazón porque es algo muy difícil de lograr.
En fin, los ultraderechistas marchistosos ricachones y anexas, seguramente marcarán un hito en la historia de la política mexicana, por ser una de las pocas veces que salen a defender algo a la calle, aunque la mayoría de ellos desconozca el bienestar común, la pobreza, la solidaridad, el amor al prójimo y la dignidad humanas.