Monterrey.- No les crea tanto. Ellos son como diosecillos de barro que vienen por el cetro que les da poder y riqueza y entonces se transforman en olímpicos dioses. Hay mucho, muchísimo dinero de por medio. La mala repartición de la riqueza es algo que ha caracterizado siempre a los latinos. Su imagen mediática es falsa, su lado oscuro es tenebroso, inmenso, inescrutable. Allí se haya enraizado el abominable árbol de la corrupción y los subterfugios. Nuevos, renovados o añejos contendientes, la guerra sucia es la misma. No hay pudor, ni ética, ni civismo. Todo es escarnio y falsedades. Hay otro Nuevo León más sano, más consciente, noble y honesto. Hay minorías que son como faros, constituidas por sujetos pensantes, orgánicos, como diría Gramsci. Dirijan sus miradas hacia allí. No sigan a la mayoría, esa que es fácilmente manipulable por su cruda ignorancia y está siempre dispuesta a dar las nalgas. Un consejo de oro. Razonen su voto. Es una cabal exigencia.