Monterrey.- –¡Me vale…! Mi beba no se va a quedar sin festejar su cumple y no me importa que nadie venga, como quiera le voy a hacer su fiesta…
Y a pesar de los pesares, uno a uno fueron llegando los invitados, NIÑOS, padres y madres, más de cincuenta, con regalo en mano y ataviados con sus mejores trapitos, a aquella pomposa fiesta de barriada, exponiéndolos y exponiéndose seriamente a ser contagiados por el coronavirus. Maldita ignorancia que ha asesinado a tantos inocentes a través de la historia de la humanidad. El problema más serio, desde mi punto de vista, es cómo reeducar a esas generaciones que oscilan entre los 30 y 40 años y que se quedaron en el limbo de la insensatez.