Monterrey.- No ha mucho tiempo existía esta palabreja que ha caído en desuso: polumo; y no tenía nada que ver con los huesos de la cara y mucho menos con la expulsión de semen, porque era una palabra compuesta por otras dos, polución y humo. Y la explicabas como lección en clase de español, porque se asociaba a un texto científico-literario que aducía a la seria problemática que provocaba la contaminación ambiental en las ciudades.
Aunque las pedreras, refinerías, vehículos automotores y fábricas contaminantes siguieron ensuciando el aire que respiramos, como que el tema del daño ecológico se desvió hacia la contaminación de la naturaleza, ríos, selvas, mares, mantos acuíferos, manglares, entre otros.
Deleznablemente hoy , en la zona conurbada de Monterrey, los medidores de la concentración de partículas en el aire denotan crudamente la grave situación que generan los tóxicos gases que en el día a día son arrojados en el otrora cielo provinciano y transparente que enorgullecía a los regios, en detrimento de su salud, aunque los políticos piensen que son inmunes a ese terrible daño.
En suma, el polumo ha vuelto, pero ahora viene dispuesto a matarnos, a extinguirnos de la faz de la tierra.