Monterrey.- En la telaraña sutil del desconcierto. En la cuerda floja de la desesperación. En el fondo abismal de la desesperanza. En el crepúsculo de la mortecina tarde. En la estrella rota del desamor. En el lago del olvido. En el arrebol de la melancolía. En el ocaso de la espera inútil. En el lomo de la crueldad. En la fe despedazada por la duda. En el contrapunto de sentimientos encontrados. En el cansancio de la derrota. En el haz y el envés del sufrimiento. En la acerada espada de la ira. En el oscuro faro de la ilusión perdida. En la punzante aguja del dolor. Habita presa, vulnerable, irremediablemente triste y sola…