Monterrey.- Me atrevo a denominarlo pseudo-aprendizaje. Ni sustantivo, ni implícito, ni explícito, ni significativo, ni inferencial, ni asociativo, ni por descubrimiento, ni metacognitivo, ni situado, ni “inquire”, ni colaborativo, ni cooperativo, ni clave, ni duradero, ni auténtico, ni indagatorio, ni racional, ni resiliente, ni observacional, ni invertido, ni por ensayo y error, ni emocional… El verdadero aprendizaje, ese que se enseña para aplicarlo en la cotidianidad de la existencia, en el hábitat natural de los aprendices, nunca llegó a concretarse en la escuela, es la propia vida la que te va enseñando a chingadazos…