Monterrey.- Sé como el río… Suave o impetuoso, nunca decae su ánimo y su cauce va siempre hacia adelante… Lleva cargando piedras que deshace con el inexorable paso del tiempo y el peso de su paciencia infinita… Sucio, contaminado, arrastra inmundicias y bazofias que no son suyas y estoicamente las soporta… La basura lo ahoga e inesperadamente, con un rato de lluvia bienhechora, resurge y vuelve a vivir… Entonces le regresa al depredador humano toda su mortal porquería…
Hábitat misterioso y umbrío o radiante y sugestivo, lleva entre sus ondas los sueños, la esperanza y las penas humanas… También posee la deliciosa habilidad de inundar a los niños de alegría, acompañar a los caminantes que lo veneran y arrullar a los ancianos que lo respetan… El río es vida, pero también muerte, natura se transforma mortíferamente cuando atentan contra ella… Con todo su esplendor y su tragedia, su fuerza y su sosiego, su hermosura y peligrosidad, está siempre allí y nunca se detendrá… Sé como el río, que a pesar de todo sigue siendo río…