Monterrey.- Regálame tus ojos, tus manos, tu sonrisa y detendré tu prisa. Entrégame tus besos, tus caricias, tu alma y volverá la calma. Te daré mi energía, mi guitarra, mi vida, aliviando tu herida. Voy a inundarte de placer, de alegría, de bondad y se irá tu ansiedad. Déjate amar sin atavíos, sin ataduras, romperé tu doliente armadura. En una hoguera de pasión violenta fúndete conmigo, el miedo no será nuestro enemigo, y disfrutemos del amor el dulcísimo castigo…