GOMEZ12102020

MICROCUENTOS PARA PENSAR
Respuesta para Alfredo
Tomás Corona

Monterrey.- Amigo, tú me conoces. Dices que no son ciertas mis consideraciones sobre la aplicación de la vacuna. Paso a explicarte. Decidimos que fuera en el estadio, de todos conocido, por ser una opción con un espacio abierto y seguro e iniciamos el “drive thru” en la fila oficial por la Avenida Pablo Livas. Nos sorprendimos cuando uno de mis hijos nos avisó que llegaba hasta la Colonia 3 Caminos, es decir, no menos de 8 km y unas 3 horas de tiempo. Ni modo. Afortunadamente no fue así. La fila de coches había avanzado y llegaba un poco más allá de la Colonia Camino Real.

     En Paseo de las Reinas, el primer corajito, se colaron 4 coches a la fila ante la impotencia de quienes ya estábamos alineados y la pasividad del transitillo. En Avenida Central fueron siete los gandallas, los que veníamos atrás le gritamos al otro tránsito que por qué lo permitía. Su obre respuesta fue, “es que no hacen caso” aunque el representara la máxima autoridad en ese momento. En Lázaro Cárdenas fue el acabose. Mientras una gorda anciana, desde su lujosa camioneta, discutía con un viejo tránsito para que la dejara meterse a la fila arguyendo quien sabe qué cosas, nos quedamos atorados en medio de la avenida. El pitadero y las mentadas de madre no se hicieron esperar cuando vimos que, aprovechando el pleitazo entre la gorda y el tránsito, se colaron por lo menos 17 vehículos en la fila, de otra fila larguísima de coches que estaba formada perpendicularmente en la avenida y poco a poco se iban metiendo. Por fin la anciana gorda se va echando pestes, pero el daño ya estaba hecho.

     En las Villas había otra fila perpendicular de coches que intentaban meterse a la fila “oficial”. En la avenida Tolteca aconteció el colmo de los colmos. Otro vejete insulso discutía con un tránsito gordo para intentar colarse y, para no hacer largo el cuento, lo dejó pasar junto por lo menos con 20 coches más. Aunque yo ni iba a vacunarme, (jijijiji) se me salió lo Rodríguez y me bajé encabritado a reclamarle al gordo en la extenuante y acalorada fila cuya lentitud, había momentos que se detenía por completo, era una clara muestra de la ineptitud de los oferentes de la salud.

     La cita de mi esposa era a las dos, preséntese “15 minutos antes” decía el slogan y ya eran las tres y media de la tarde. El gordo estaba pálido e iracundo, con toda la paciencia que le fue posible comenzó a explicarme mientras yo dejaba poco a poco de apretar los puños. “Señor, comprendo que esté molesto pero la gente no hace caso, no tienen cultura, estoy aquí desde las cinco de la mañana, ni siquiera he comido y varios automovilistas me han amenazado de muerte y me han dicho hasta lo que no, muchos se han acordado de mi pobre madre, no tengo el apoyo de una patrulla, igual de nada sirve, la gente es muy agresiva, lo que decidí fue dejarlos pasar cuando se pusieran furiosos…

     Y entonces “me cayó el veinte” de tanta y tan notoria incultura regiomontana y el denigrante rol de gandallas que adoptamos, por comodidad, todos los monterreyenses y se me rompió el esquema y entendí a estos pobres servidores públicos que son quienes aguantan los chingadazos y directamente confrontan al “toro por los cuernos”, si se deja. Obvio, ellos llevaban las de perder ante tan escasa cultura cívica. Recordé de pronto el evento de la Niurka en Aventurera, a la Gloria Trevi, algún artista extranjero o la aparición en público de algún político rapaz y me encabroné de nuevo al recordar que había un guardia de seguridad, tránsito o policía, por cada diez metros. Y acá, donde realmente se necesitaba el apoyo policiaco, no había “ni maíz, paloma”

     Todavía en la avenida La Quinta se colaron un montón de vehículos, pinches abusones, pero ya no dije nada… Cuando ingresamos al estadio otro protocolo medio desorganizado, doble fila de coches que generaba asperezas cuando otro infeliz gandalla se colaba delante de ti. Muchachitos asoleados entrevistando uno a uno a quienes íbamos en los vehículos, registro de datos en papel, ¡En papel, por Dios!, una marca con plumón blanco en la camioneta hasta concluir en los 10 segundos que dura la aplicación de la vacuna Pfizer, por cierto, pero esa es otra historia, después de 2 largas horas enfilados haciendo corajes innecesarios. Y finalmente el despacioso fluir de los vehículos en el laberinto del fauno, hacia la salida de aquel entuerto...