PEREZ17102022

MICROCUENTOS PARA PENSAR
Risarquía
Tomás Corona

Monterrey.- Acá, en la tristemente célebre “neolandia”, estamos fritos, descuidados, jodidos, arrumbados, abandonados, hundidos, o como guste usted llamarle a eso.

Aunque las problemáticas socio económicas, ambientales, políticas, culturales, de salud, seguridad, transporte, flujo vehicular, incendios sin previo protocolo y sin control, narcomenudeo… nos laceran, ahogan, empobrecen, denigran, asfixian, encabronan…

El “gobierno”, o mejor dicho, quienes gobiernan, “no dan una”. No somos ni una monarquía, ni oligarquía, ni dictadura, ni plutocracia, ni tierra de nadie, ni siquiera una anarquía…

Acaso pervivimos entre una mezcla de todas ellas, en detrimento de los más desposeídos, enmarcadas por una palabreja que se me antoja acuñar: “risarquía”, extraída del uso gracioso, lúdico y perverso de las “nuevas” redes sociales, enfatizando el “tiktokeísmo” (acuño también esta nueva corriente “filosófico-existencial” surgida del “tik tok”, app china) para idiotizar a los incautos, a los conscientemente ingenuos, que todo se lo creen.

Precisamente, a través de las redes y abusando del poder mediático que se ejerce a través de ellas, han creado un mundo paralelo (un “mundo de caramelo”, dicen algunos) en el que nada malo pasa y todo es felicidad, sustentado en la alienación y el fanatismo que provocan actos colectivos como el futbol y los grupos musicales de moda, y las falacias de los medios masivos como la televisión, por ejemplo.

¿Eso pasará solo en el norte de México? ¿Qué nos espera? ¿El cierre de un ciclo cósmico que sacuda y sepulte todo este mugrero que nos circunda y volver a empezar un nuevo círculo de pureza que igual se manchará con el inexorable paso del tiempo? Triste destino el de nosotros los “terráqueos”, norestenses, y de todos los demás coetáneos, corromper lo que debiéramos amar.

¡Dios nos coja confesados!