Monterrey.- Habita sola en imaginaria región ignota. Su mísera existencia agota. En el muro del silencio sus pesares anota. La cruel migraña su cabeza explota. La palidez de un cirio en su faz se denota. Su llanto incontenible como torrente brota. Con el flagelo del autodesprecio su endeble espalda azota. Paga muy alto del dolor la cuota. Entre tristes recuerdos su esperanza flota. Va exprimiendo su dicha gota a gota. Vive presa de todos como una ilota. Su ansiedad en sus acciones rebota. Está siempre, inexorablemente rota.