Monterrey.- Llega el día en que pones en la balanza todo lo que tienes, lo ganado, lo perdido y nada importa lo que no has tenido. ¿Fama? ¿Poder? ¿Riqueza? ¡No sirven para nada! Con esos falsos atavíos acabas siempre corrompido.
Los bienes espirituales y materiales que posees no son insuficientes y sí bien merecidos: familia, salud, casa, sustento, amor, bienestar, Dios, dignidad, fe, autoestima, auténticos amigos; asuntos tan poco valorados, tan desapercibidos y de nuevo encontrados.
¿Y lo que has perdido, aquello que sin darte cuenta embotaba tus sentidos? Traiciones, desamor, dinero, enfermedad, decepción, falsos amigos, liviandad, parientes no gratos, angustia innecesaria, tentaciones del maligno, adicciones, prejuicios, utopías y sueños fallidos, échalos al olvido.
Desconéctate, reactívate de nuevo, goza lo que tienes, ¡vale la pena luchar por lo vivido!