Pero los “kits” no son mágicos y no se instalarán solos, habrá que pagar a alguien para que lo haga; al fin que “hay harto dinero en las escuelas con las aportaciones que pagan los padres”; o lo harán los profes, como siempre, como todo lo demás que hacen y no les corresponde. Las H autoridades, incluidas las figuras decorativas (perdón, educativas de siempre), solo dan el trancazo mediático en las redes y nada más.
Otras preguntitas: ¿cuántos pupitres dañados hay en las miles de escuelas de educación básica? ¿Quiénes hicieron el conteo previo (o no lo hicieron)? ¿Cuántos “kits” adquirieron para “regalar” a los planteles? ¿A quién hicieron millonario esta vez, como sucedió con el “tinacogate”, o con las incómodas sillas de aluminio que se pueden ver en todas las dependencias públicas? Estas preguntas nadie las formula, o nadie se atreve a cuestionar. Todos ganan con este tipo de “negocios oficiales”. Todo queda en valores entendidos.
Moraleja: la preservación de los mesabancos o pupitres, no se logra componiéndolos con “kits” mágicos, sino previniendo su destrucción por parte de los salvajes alumnos, sobre todo los de secundaria.