Aunque la situación es grave, a los responsables desde hace mucho tiempo que ni les importa, por una sencilla razón. Los dueños de la mayoría de las empresas contaminantes son, han sido, o han influido notoriamente en las decisiones políticas del estado; es decir, los culpables de contaminar, los dueños de las fábricas, son los mismos políticos que ocupan la cúpula de poder de Nuevo León, o alguno de sus parientes; por eso, aunque la gente se esté muriendo, no van a hacer una chingada para acabar con el problema, hasta que les truene todo el mugrero en las manos y cierren de un chingadazo todas las fábricas, como sucedió en Japón hace chingos de años. Hasta entonces van a entender la magnitud del problema. Aquí no hay filtros, ni protección para los trabajadores, ni reducción de horarios en las emisiones de gases contaminantes, y ni quién diga nada, por el poderío económico que tienen esas grandes empresas, que están poco a poco destruyendo el ambiente en el que habitan los regiomontanos.
Así que mejor páseme otra cervecita compadre, y dele vuelta a los “tibones”, que ese humito de la carne no tiene nada que ver. Y no se me agüite, “usté” sacó el tema por su asador “contaminante”; pero le insisto, eso nada que ver, comparado con la monstruosidad de humo tóxico que producen la mayoría de las empresas fabriles.
Mejor digamos ¡salud…!