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Mis andanzas con Sandra Arenal
Maricruz Flores Martínez

Monterrey.- Fue a principios de los años 70 que conocí a Sandra Arenal Huerta. Siendo yo trabajadora de la fábrica de pantalones Confecciones y Maquilas S.A., asistía a reuniones y charlas convocadas por el maestro Edelmiro Maldonado, compañero de vida de Sandra Arenal. Acudían maestros, trabajadores de diversas fábricas, estudiantes universitarios.

     Los temas que se discutían eran diversos, sobre la historia de las luchas de la clase obrera mexicana, debates acerca de la organización política de los trabajadores y trabajadoras; sobre la inexistencia de un partido político de la Clase Obrera, la inexistencia de un sindicato que pusieran por delante las necesidades de la clase obrera; también se debatían temas internacionales, como el conflicto Chino-Soviético, sobre las diferencias con el Partido Comunista. Estas reuniones se celebraban en diferentes lugares, en escuelas como la Normal Superior, en Preparatorias de la Universidad, en cafés, la casa de Sandra Arenal y Edelmiro.

     Así conocí a Sandra, con la que entablé una relación de amistad y empatía en esas reuniones. Escuchaba a Sandra hablar sobre la igualdad y temas que tenían que ver con la lucha de las mujeres; recuerdo también sus discusiones con los compañeros para que incluyeran a sus esposas en los temas y actividades políticas. También fue la primera que escuche hablar de la doble jornada de trabajo, refiriéndose al trabajo doméstico. Asimismo, compartíamos tareas e iniciamos participaciones en marchas, mítines en apoyo a obreros, estudiantes, posesionarios, maestros en los primeros años de los setenta.

     En esta época Sandra y el maestro Edelmiro, junto con maestros y maestras, participan en la fundación de la Normal Popular Salvador Allende –con alumnos rechazados de la Normal Miguel F. Martínez–, mismo que se inició en el edificio de la Normal Superior; este esfuerzo por mantener la educación pública y gratuita fue parte de la lucha política de esta inolvidable pareja de seres humanos comprometidos con las mejores causas.

     Solo apunto que construir una escuela Normal fue una gran tarea: la Normal Popular Salvador Allende se consolidó y logró egresar generaciones de maestras y maestros. Junto con las generaciones que se iban graduando, en esos años Sandra y los demás maestros inician una lucha por lograr el reconocimiento de sus estudios y la obtención de plazas en las escuelas públicas.

     Nosotras estallamos una huelga en Confecciones y Maquilas, debido a la revisión del contrato colectivo de trabajo, donde los patrones se negaban a aumentar los salarios y a mejorar las condiciones de trabajo en la fábrica. Aquí se dio un mayor acercamiento con Sandra y el resto de compañeros. El conflicto se prolonga y había más tiempo para pláticas y conferencias; éstas se realizaban en las afueras de la fábrica, nos llegan las ideas de izquierda, entre ellas las de Sandra Arenal.

     Terminado este conflicto, surge la invitación de formar un Frente Obrero Estudiantil, donde volvimos a coincidir. Este frente estaba conformado por estudiantes, obreros, maestros y maestras, abogados, dando como resultados más activistas tomando mayor conciencia de la necesidad de la participación política.

     Sandra siempre estaba buscando cómo darles voz a las mujeres y se relaciona con Sara Lovera, periodista que tenía una columna en el periódico UnoMásUno, (después en La Jornada). Y le propone que se realicen algunas entrevistas a las mujeres trabajadoras; fue en 1983 cuando me entrevista, sobre la huelga de Confecciones y Maquilas. Con esto Sandra hace visible la lucha de las mujeres en todo el país.

     En este andar por la vida pienso que a mí me tocó conocerla en la etapa más productiva y comprometida de su vida con los movimientos sociales; para mí la vida de Sandra Arenal es una historia fascinante, pero también de lucha y compromiso entre los diferentes estratos de la sociedad. Entre mis recuerdos está la historia de su niñez en la ciudad de México, donde convivió con grandes pintores y pintoras de la época: David Alfaro Siqueiros y Diego Rivera, entre otros. También me contó que conoció a los Revueltas y otras personalidades, debido a que su mamá Elena Huerta, también era de esos grupos de personas dedicadas al arte, a la pintura, a la música y a la política de la izquierda.

     En estos relatos me contó la travesía que tuvieron que realizar ellas y su madre para salir fuera del país. En ese momento de su vida no comprendía la huida; fue hasta que tuvo conciencia que comprendió los motivos que hicieron a su madre tomar esa decisión, que la historia contemporánea tiene registrados. De esas vivencias Sandra me contaba que abordaron un barco y que por algún tiempo solo veía mar y sol, que le parecía interminable ese viaje. Y para cuando llegaron a tierra, ella recordaba que solo nieve veía. Y cuando abordaron el tren, los árboles llenos de escarcha y los caminos llenos de nieve, ahí casi no veía el sol; así fue como al llegar a la URSS se dio cuenta que no era su país, que hablaban otro idioma (que pronto aprendió). No quise dejar pasar por alto estos recuerdos de su niñez, una anécdota que me contó es que pensaba que los plátanos eran negros y al llegar a México se dio cuenta que eran amarillos.

     En la década de los setenta hubo en la ciudad movimientos políticos y sindicales muy significativos para la clase obrera. Tanto en la UANL y en el magisterio, como en cantidad de fábricas que registraron huelga, como en Peerles Tisa, Tres MMM, ESB de México y Confecciones y Maquilas, sin olvidar Fundidora (y demás secciones mineras, telefonistas, ferrocarrileros, etc.)

     Fue a principios de los años 80 que se comienzan a gestar movimientos de mujeres, creando conciencia sobre la importancia de incursionar en la política; son los años donde se dan a conocer los estudios de género; y a principios de los 90 comienzan a darse a conocer organizaciones civiles.

     Para la defensa de los derechos humanos fue a mediados de los 90 que Sandra nos hace la propuesta de formar un Comité Pro Defensa de los Derechos del Menor. El objetivo era poder rescatar a los niños y niñas que sufrían violencia dentro de sus hogares, así como lograr que recibieran buenas atenciones en los hospitales, centros de salud, etcétera, así como vigilar los tutelares de menores, para que no fueran violentados los derechos de niños y niñas que llegaban ahí.
También se ocupaba de la vigilancia de los DIF, a donde llegaban los niños cuando se los quitaban a sus padres; entre las invitadas a este nuevo desafío de Sandra, recuerdo a Lídice Ramos y otras mujeres que pertenecían a sociedades de padres de familia.

     Sandra fue muy fructífera. Escribe, analiza, investiga, entrevista, dando paso a la publicación de sus entrevistas. Mi participación junto a ella fueron las entrevistas que realizó a los niños paqueteritos de las tiendas comerciales, a los niños de los cruceros, a las niñas que trabajaban en las casas. Documentando acertadamente, da origen a su libro No hay tiempo para jugar, frase que escuchábamos reiteradamente de los niños y niñas entrevistados.

     Acompañé a Sandra en la organización de las mujeres que perdieron sus casas por el paso del huracán Gilberto, dando origen a la colonia San Gilberto, en Santa Catarina. Aquí por medio de la Oficina de Información y Difusión del Movimiento Obrero (OIDMO, A.C.), donde participaba Sandra, se logró un donativo, creándose un taller de costura, donde trabajaban las mujeres de ese lugar confeccionando los uniformes de niños y niñas de las escuelas y kínderes cercanos a la colonia.

     La vida de Sandra fue breve, pero muy fructífera: a todas las personas y mujeres que la conocimos nos dejó una enseñanza de compromiso y de lucha para lograr una sociedad mejor; su compromiso con la niñez quedó de manifiesto en las crónicas de sus libros; su legado a la clase obrera en sus investigaciones hechas libros, en La flama y el faroLas viudas de Barroterán, Las mujeres de Tierra y Libertad, Sangre joven en las maquiladoras.

     También fueron muy importantes sus aportaciones para el movimiento feminista. Considero a Sandra una mujer visionaria; ella fue siempre una mujer de izquierda, pero logró, por medio de sus conocimientos e inteligencia, hacer alianzas con otras mujeres de los demás partidos políticos. Fue a través de ella (discusiones y pláticas acaloradas de por medio) que me convenció de participar en la formación del Pacto Plural de Mujeres, considerando que la problemática a que nos enfrentábamos era la misma por el hecho de ser mujeres. Hasta aquí, parte de sus memorias.

     A veinte años de su partida, yo me quedo con su amorosa existencia, yo me quedo con su terquedad e insistencia, me quedo con toda una vida de lucha y aprendizaje junto a ella y con sus palabras después de una plática de café: “¡Escribe, Maricruz, escribe!”

* Texto leído en la Conmemoración a Sandra Arenal, Colegio Civil de la UANL, 11 de marzo de 2020.