GOMEZ12102020

Monterrey, una ciudad rumbo al infarto
Asael Sepúlveda 

Monterrey.- Orgullo de México y ejemplo de progreso, parece estar corriendo al revés en la carrera de la modernidad. Mientras la tendencia mundial es la movilidad eficiente y bien diseñada, nosotros vamos hacia el modelo fracasado de buscar tener más automóviles particulares, para las mismas calles insuficientes y mal pavimentadas.

En las hemerotecas deben estar los periódicos con las declaraciones un anterior gobernador que se enorgullecía de la cada vez mayor cantidad de automóviles, que él interpretaba como una señal del progreso económico que su administración estaba impulsando. Grave error. Un vistazo a lo que hacen otras ciudades, menos enamoradas del relumbrón, nos indica que la movilidad debe apartarse poco a poco del automóvil particular, para basarse en transportes colectivos eficientes.

El gobierno actual de Nuevo León está lleno de buenas intenciones y en el área de Movilidad tiene a un personaje que sin duda sabe del tema. El problema es que no es solo asunto de una persona o de un área en particular, sino de un esfuerzo articulado para revertir un problema que lleva décadas en el rumbo equivocado.

Monterrey, que presume de ser la capital industrial de México, aunque eso hay dejado de ser cierto hace muchos años, va por detrás de Guadalajara, ya no digamos de la ciudad de México. Vamos, ciudades con menos recursos como Torreón, Puebla o Aguascalientes, tienen un diseño urbano más lógico que el nuestro.

Dicen que el camino del infierno está empedrado de buenos deseos. Ya hace tres sexenios que un gobernador basó su campaña en la idea de que no le habían agregado ni un metro al Metro. De entonces acá, le han agregado varios kilómetros, pero sigue pendiente la línea a García, la línea a Santa Catarina, la línea a San Pedro, la línea al Aeropuerto, la de Garza Sada, en fin...

En el reino de las declaraciones, que siempre son hermosas, están todas esas líneas. Y así seguirán, en las declaraciones, en lo que se hace otro tubo para el agua de El Cuchillo y se sigue construyendo la presa Libertad, que servirá para maldita la cosa si no llueve. En resumen, mucha imaginación, ninguna solución hasta ahora.