PEREZ17102022

Mujeres en el devenir histórico
Lupita Rodríguez Martínez

Monterrey.- Las condiciones sociales de cada época han determinado estereotipos de dominación-subordinación por la división sexual del trabajo y por el rol biológico de procreación, alimentación y cuidado de hijos e hijas.

En el primitivismo el papel de la mujer es preponderante, al convertirse en eje de la supervivencia y reproducción de la especie humana. La fuerza del trabajo identifica al hombre con la caza y la pesca, marcando diferencias incipientes entre géneros, al remitirse la mujer a la reproducción, la protección de la familia, la vigilancia de la caverna y la recolección de frutas.

A medida que evoluciona la sociedad tribal a medieval, las mujeres son consideradas inferiores, sin derechos y sin capacidad para trabajar, estudiar, escribir, decidir, pensar, estigmas que perduraron por siglos.

Se estima que a fines del Siglo XIII, inicia el feminismo con la filósofa católica Guillermine de Bohemia, quien promovió una iglesia de mujeres en Milán, como símbolo para dejar de estar subordinadas a los hombres.

La Revolución Francesa ubica la lucha femenil ligada a la ideología igualitaria y nacionalista, así como a las nuevas condiciones dadas a partir de la Revolución Industrial con la Declaración de los Derechos de la Mujer y de la Ciudadana (1791), hecha por la filósofa y política francesa Olympia de Gouges.

Posteriormente, las sufragistas se posicionaron en corrientes impulsoras de los derechos civiles de la mujer en Europa y Estados Unidos, buscando reivindicaciones a través del sufragio. En 1848, la abolicionista Elizabeth Cady Stanton convoca al primer congreso feminista para reclamar dichos derechos.

Al término de la Guerra Civil la población afroamericana logró el derecho al voto, pero no las mujeres. Hasta 1920 se les reconoce el sufragio. Así la ola sufragista se extiende a Europa fortalecida con la lucha por derechos laborales. En 1903, la activista británica Emmeline Pankhurst funda la Women’s Social and Political Union. Estos grupos fueron radicales y violentos y sus dirigentes reprimidas y encarceladas. Al final de la Primera Guerra Mundial las sufragistas rechazaron la amnistía, reconociéndoles el derecho al voto.

América Latina quedó atrás de estas reivindicaciones. En 1918 surgen ligas feministas e, incluso, se formó el Partido Feminista en Argentina, dirigido por Julieta Lanteri. Hasta 1947 la lucha feminista destacó con la presencia de Eva Perón, quien impulsó la Ley de Derechos Políticos de la Mujer.

Después de la Segunda Guerra Mundial se logra el derecho al voto de la mujer en todos los países. Después de un reflujo de las luchas feministas, inicia otro movimiento conocido como el “nuevo feminismo”, cuyo eje de lucha es la opresión patriarcal, la división sexual del trabajo, el rol de la familia, el trabajo doméstico, la sexualidad y la relación entre sexos en la sociedad.

En el Siglo XX, el feminismo plantea la igualdad jurídica y política, ya no sólo en un enfoque emancipador, sino para modificar en forma sustantiva el rol de las mujeres más allá del ideario sufragista burgués y del ideario socialista, que a pesar de promover reivindicaciones contra cualquier tipo de opresión también estaba herido de la ideología patriarcal, como cuestionó la activista bolchevique Alexandra Kollontai, al aseverar que las revoluciones socialistas no modificaron sustancialmente la condición de desigualdad de la mujer.

Actualmente, la sociedad en su conjunto ha dado grandes pasos en las causas por la igualdad, la equidad y los derechos de las mujeres. Mas el feminismo, según Norma Stoltz Chinchilla, académica guatemalteca, es una ideología parcial que tiene que estar vinculada a otras ideologías de clase.

La primera ola feminista de los 60’ y 80’ surge con tres corrientes: radical, socialista y liberal. La radical define a la mujer como una clase social desfavorecida históricamente y busca romper jerarquías y supremacías, creando una organización solidaria y horizontal, opuesta a la cultura patriarcal. El feminismo socialista coincide en parte con el radical, al centrar su postura en el enfrentamiento global al sistema capitalista y al relacionar la explotación de clase con la explotación de la mujer, oprimida por la ideología patriarcal.

Luchas colectivas que ahora articulan la organización e impulsan los movimientos de las mujeres contra la carestía, desempleo y falta de educación, salud y servicios básicos, sumándose las luchas contra todo tipo de violencia y discriminación, demandas manifiestas cada 8 de marzo en el marco del Día Internacional de la Mujer, con el fin de seguir construyendo una sociedad más justa e igualitaria para todas y todos en el devenir histórico de la humanidad.