Dallas.- Poco después de saberse el veredicto del jurado en el caso de George Floyd, una amiga que reside en Atlanta, Georgia, -Estela Tabor- me envió este mensaje: “¡Se hizo justicia! Ruego a Dios se siga aplicando la ley con justicia para tantos casos pendientes… se necesitaron los 9 minutos y 29 segundos de sacrificio de un hombre para sacudir al país y abrir los ojos a tantos. Te saludo con emoción y con una mezcla de tristeza esperando algo más”.
La emoción de Estela es similar a la de millones de personas, particularmente entre los miembros de la comunidad afroamericana que viven con un miedo cotidiano a verse enfrentados con policías blancos. Tras el veredicto se ha desatado el júbilo y la sorpresa pues muchos creen que puede ser un punto de inflexión que deje atrás el racismo sistémico.
Los minutos a los que hace referencia mi amiga, fueron la duración de la agonía de Floyd, con la rodilla de su victimario -el policía Derek Chauvin- en su cuello, asfixiándolo impasible, indiferente a los ruegos de testigos y del propio Floyd para que le permitiera respirar. Fueron 9 minutos y 29 segundos, durante los cuales Floyd clamó 27 veces que lo dejara respirar, pero el policía Chauvin se mantuvo indiferente, matándolo.
Como usted ha de saber, los hechos ocurrieron el 25 de mayo pasado, en Minneapolis, Minnesota, cuando Floyd, de 46 años, estaba en su auto afuera de la tienda de la que acababa de salir, y varios policías -llamados por el empleado del establecimiento porque había recibido un billete de 20 dólares falso- se acercaron a investigarlo. Floyd se resistió a ser arrestado por lo que tres policías lo inmovilizaron, quedando en el suelo con la rodilla de Chauvin presionando sobre su cuello. Así fue el último momento de vida de Floyd, clamando que no podía respirar, así murió y al parecer incluso cuando ya estaba muerto Chauvin seguía imperturbable sin retirar la presión con su rodilla.
El veredicto -considerado histórico- ha causado revuelo porque declara culpable a un policía que mató a un negro. Lamentablemente ha sido una práctica común que en casos similares los policías son exculpados. Esta vez el jurado tuvo frente a sí una prueba inapelable del asesinato: el video que una joven de 17 años, Darnella Frazier, filmó con su teléfono. El video capta cada uno de los minutos que duró el brutal homicidio. Se ha señalado que sin esas imágenes otro hubiera sido el veredicto.
El video de Frazier dio la vuelta al mundo e inmediatamente después del trágico desenlace, las protestas dentro y fuera de Estados Unidos se multiplicaron. Acá se mantuvieron todo el año (estamos a un mes del aniversario); de hecho, siguen las manifestaciones contra el racismo. Se enarbolan carteles contra la brutalidad policiaca en contra de los afroamericanos. Se han pintado diversos murales. Se dan discursos. En las publicaciones aparecen opiniones y análisis de la problemática en torno al racismo. En fin, se evidencian una y otra vez los abusos policiacos… Hoy por hoy podemos decir que la muerte de Floyd no fue en vano. Sus últimas palabras: “No puedo respirar” se volvieron un mantra en pos de justicia.
Diferentes símbolos enmarcan este crimen, como el hecho de que la intersección de las calles East 38 y la Avenida Chicago en Minneapolis -donde sucedió el lamentable episodio- se ha dado en llamar Plaza George Floyd; y en un muro cercano se pintó un mural muy significativo con la figura y el nombre de Floyd; en la parte superior dice “Say our names”, y debajo escribieron múltiples nombres de afroamericanos víctimas letales a manos de policías blancos, asimismo la parte inferior reza: “I can breathe now”.
La agencia AP destaca en una de sus notas que este caso propició el mayor número de protestas contra el racismo y el supremacismo blanco, incluso más que las despertadas por el asesinato de Martin Luther King. Además, propició algo esperanzador: el proyecto de ley que llevaría el nombre de Floyd y que busca sea más efectiva la procuración de justicia a la hora de juzgar a policías cuando violen la norma, cuando se excedan abusando de la fuerza… le corresponde al Senado aprobarla.
Dolorosamente los casos con las mismas características se siguen dando. En el momento en que escribo estas líneas muy probablemente en alguna parte del país está ocurriendo otro caso parecido. David Brooks recoge en La Jornada este dato: “Desde 2013, cada año más de mil personas han muerto por acciones de agentes de seguridad pública, los afroestadunidenses y latinos están sobrerrepresentados en proporción con sus poblaciones”.
Chauvin será condenado dentro de dos meses, enfrenta hasta 40 años.
¿Punto de inflexión? No, uno diría que más bien estamos ante el principio de un punto de inflexión. Joe Biden resaltó: “El racismo sistémico es una mancha en el alma de la nación. George nos dejó unas palabras que no debemos olvidar: No puedo respirar”.
Los Obama distribuyeron un comunicado en donde dicen: “La verdadera justicia requiere que reconozcamos que los estadounidenses negros son tratados de forma diferente, cada día”. Pero falta tanto para ello… por eso espero -como tú Estela- algo más.
Para redondear estos apuntes señalo otra cita, una en voz del histórico activista Al Sharpton, pronunciada cuando comenzaba el juicio: “Chauvin está en el banquillo, pero Estados Unidos está siendo juzgado”. El juicio concluyó. Veredicto: culpable.
*Raúl Caballero García, escritor y periodista regiomontano. Para comentarios: caballeror52@gmail.com.