Dallas.- (Diario regresivo, octubre 20, faltan 15 días para las elecciones en USA el 3 de noviembre). Hechos concretos: La pandemia amenazando la vida. La polarización del pueblo se da como caldo de cultivo de la animadversión entre negros y blancos, entre minorías y supremacistas blancos. En las calles al movimiento Black Lives Matter se le ha enfrentado la reacción White Lives Matter: ¿disturbios como prólogo?
Es un hecho que campea una creciente justificación de la violencia política entre demócratas y republicanos.
La pandemia es un elemento determinante en la elección presidencial, los estadunidenses la viven entre la angustia del posible contagio y el coraje por lo mal que el gobierno ha atendido esta emergencia monstruosa: alrededor de 8 millones de infectados y más de 220,000 muertos, todo lo cual juega en contra de Donald Trump.
La división política se da entre el encono de una población cada día más polarizada y la conciencia ciudadana de que pueden desencadenarse enfrentamientos violentos.
De ahí los preparativos de una ciudadanía ante lo que hace cuatro años hubiera sido impensable: la posibilidad real de la violencia de unos contra otros dentro de la misma casa.
Un hecho revelador es que el FBI ha registrado un indicador de que durante el verano la venta de armas se ha doblado. Este país tiene menos habitantes que armas de fuego entre sus ciudadanos.
En días pasados veía un reportaje en la televisión por la cadena CNN, comencé a tomar notas cuando los reportes me dejaron ver la tensión que se vive en el país. En todas partes, en estos días, es palpable cierto nerviosismo. La polarización política que suele subir de color, pero sin salirse del ámbito de los contendientes, hoy ya se respira tanto en las colonias residenciales, como en los suburbios donde se multiplican los conjuntos de departamentos.
Una costumbre en época electoral es colocar carteles políticos clavados en el jardín del frente de las casas. Pues un mal signo es el que se desprende del relato de una joven veinteañera que narraba que en su barrio carteles a favor de los demócratas, pancartas con los nombres de Joe Biden y Kamala Harris fueron atacados. Una vecina suya declaró que decidió no colocar nada en su jardín por temor a que le arrojen huevos a la fachada de su casa como ocurrió en otras residencias.
Pero estos acontecimientos no se dan solamente en un sentido, también ocurren en sentido contrario ideológicamente hablando: Otra joven narró que comparte casa con otras cuatro amigas, dijo no sentirse seguras si ponían posters a favor de Donald Trump y Mike Pence. En su aparición defendió las posturas de Trump respecto al racismo, pero me impresionó cuando declaró que ella y sus amigas han comprado armas, dijo que las cinco tienen miedo de que haya revueltas (¡?!).
Otros elementos en el contexto ideológico y político me han llamado la atención. El pasado sábado fuimos a votar mi esposa y yo, y un “vecino” en la fila comentó que hay personas que se están abasteciendo de provisiones “por si acaso”.
En el suburbio donde vivimos, al norte de Dallas, he visto en las calles cercanas escenas digamos novedosas. Tal vez sea solo una novedad. El hecho es que nunca había visto tal entusiasmo combativo más que en las competencias deportivas, sobre todo en clásicos como los de la Universidad de Texas enfrentando a la de Oklahoma. He visto vehículos tipo jeeps manejados por jóvenes de edad universitaria enarbolando enormes banderas que rezan “Trump”.
Es una actitud que me pareció particularmente combativa, más allá del exhorto a votar por el candidato favorito. Algo me hizo pensar en las grotescas calcomanías que muchos texanos en favor de las armas colocan en sus vehículos, como desafiando a quien las lea. Tal vez exagero, tal vez veo moros con tranchetes, pero me ha llamado la atención. Otra escena que me pareció también una novedad es ver a un tipo de cuerpo atlético, pantalones del Army y sin camisa, bajo el solazo ondeando una de esas banderas que dicen “Trump”. El tipo estaba parado en el costado de una avenida, en una bocacalle con semáforo, justo en la entrada al estacionamiento de un centro comercial. Cientos de automovilistas lo habrán visto en las horas que haya estado ahí. Me detuve en la luz roja y lo estuve observando, tenía una expresión curiosa entre malévola y extasiada, sonreía, pensé en un personaje de John Dos Passos, aquel piromaníaco que luego de prenderle fuego a una casa, cuando las llamas consumen el edificio él está entre un grupo de curiosos abstraído con su maldad. En fin, el tipo con la bandera me pareció un “soldado” de Trump aguardando, preparándose.
Puedo entonces parecer exagerado deteniéndome en estas observaciones, pero ¿lo soy? Repetidamente Trump se ha negado a confirmar que aceptaría una transición pacífica en caso de ser derrotado por Joe Biden.
Entre tanto imagino vivir en paz: You may say I’m a dreamer / But I’m not the only one.
*Raúl Caballero García, escritor y periodista regiomontano. Para comentarios: caballeror52@gmail.com.