RODRIGUEZ29112024

Nativos digitales
José Ángel Pérez

Monterrey.- Quienes nacieron en este milenio difícilmente pueden imaginar cómo era la vida antes de la era digital: sin computadoras, sin teléfonos celulares y, mucho menos, sin smartphones ni tabletas. Sin televisores digitales, sin controles remotos, sin consolas de videojuegos, sin redes sociales, sin correo electrónico, sin aplicaciones de navegación como Waze o sus equivalentes, e incluso sin la omnipresente nube.

La tecnología digital es motivo de un intenso debate en diversos países. Mientras algunos sostienen que los niños y jóvenes inmersos en este entorno son prodigios de su tiempo, investigadores como el doctor Manfred Spitzer presentan una postura diametralmente opuesta.

Spitzer, neurobiólogo de la Universidad de Ulm, en Alemania, expone en su libro Demencia Digital una serie de estudios que lo llevan a una conclusión inquietante: el uso intensivo de medios digitales puede comprometer seriamente la formación intelectual de los jóvenes. Según su análisis, la profundidad del pensamiento y el esfuerzo cognitivo necesarios para el aprendizaje están siendo reemplazados peligrosamente por la superficialidad de lo digital.

Los libros de texto electrónicos representan otro ejemplo de esta transformación y sus posibles consecuencias. Aunque facilitan el acceso a la información, no siempre resultan atractivos para la lectura de textos extensos, y mucho menos cuando se trata de disfrutar de la literatura. Sumergirse en Cien años de soledad, por ejemplo, dista mucho de ser la misma experiencia en un dispositivo electrónico que en un libro impreso.

No podemos negar que la tecnología, como disciplina generada por la ciencia, ha creado un mundo diferente, más interconectado y cómodo para el ser humano. Hace apenas unos cuantos años transitábamos por la ciudad sin conocer el estado del tráfico; hoy, los navegadores GPS nos proporcionan información en tiempo real. Hace tres décadas, las llamadas telefónicas de larga distancia eran complicadas y costosas; hoy, son instantáneas y asequibles. En las aulas, la investigación solía ser tediosa; ahora, es dinámica y accesible. Los laboratorios de ciencias en secundaria eran costosos y de difícil acceso; en cambio, los laboratorios virtuales están disponibles al alcance de la mano mediante una computadora, una laptop o un teléfono celular.

El problema surge cuando se delegan en las máquinas procesos intrínsecamente humanos, como el desarrollo del pensamiento crítico, la solidaridad, el trabajo colaborativo, la formación de destrezas y el fomento del sentimiento artístico. Estos procesos pueden beneficiarse de los recursos tecnológicos, pero siempre dentro de un diseño didáctico respaldado por la Inteligencia Artificial (IA) y, sobre todo, guiado por la Inteligencia Natural (IN).