Sin embargo, una de las cosas que adolesce es la poca cultura política. Solo hay que ver los datos y uno se da cuenta que el pasado proceso electoral se definió al gobernador por menos de un millón de votos, en una entidad de millones de habitantes.
Esto quiere decir que Nuevo León tiene por cultura política ese viejo adagio de «política para políticos».
Tampoco es poco común escuchar a algunas personas que aseguran que meterse en temas políticos es perder amistades o generar conflictos innecesarios.
Todo eso son síntomas de una sociedad muy verde en temas políticos. Sin embargo, debe entenderse que no hay razones de peso para huir de la política.
Una de las cuestiones que este descuido ha generado es una nueva «clase», es decir, la política. Una de las razones del porqué también en cada proceso electoral siguen presentándose los mismos candidatos, y eso sin contar a los que se les llama «chapulines».
Por supuesto, no es lugar aquí para exponer un discurso completo sobre este rubro, pero sí para señalar la importancia de darle valor a la política.
Un primer paso es ejercer el derecho al voto. Con tal acción, se genera un interés genuino por la política. No hay que olvidar que como ciudadanos, cada uno se ve afectado por cuestiones políticas; por cuestiones y factores de algún lugar se han tomado decisiones o medidas.
Sería muy fácil llevar este punto al tema económico; por ejemplo, los precios de productos y servicios, en gran medida, no se definen por las tarifas que determinan las empresas para obtener una rentabilidad, sino también por las decisiones políticas que se han tomado en los congresos.
Del año pasado se determinó que tras un primer año laboral, el trabajador tiene derecho a 12 días de vacaciones. En ese mismo rubro, actualmente, está en debate reducir la semana laboral y establecerla a 40 horas semanales.
En fin, no pretendo exponer aquí una disertación del porqué no se debe huir de la política, sino tan solo hacer notar que vivir en estado de negación no es conveniente.
Involucrarse en la política es una acción ciudadana de madurez, ya que la política trata de acuerdos, aunque por lo general se generan más discensos, pero que eso es producto, precisamente, del poco interés que se tiene en estos temas.
De este modo, solo se tiene un panorama reaccionario. Pasó, por ejemplo, con el daño que se ocasionó al Río Santa Catarina, hace unos meses, donde colectivos se movilizaron después de que se hizo del conocimiento público de maquinaria presente en el río, con el objetivo de despejar la zona.
Y bien, a este momento, después de todo lo que fue aquello, el río sigue sin formar parte de un área natural protegida. Por tanto, aún depende de la discrecionalidad de las autoridades hacer lo que quieran con él.
Por lo mismo, es importante visualizar que la política no va de hablar de lo que hacen los políticos, de atacarlos o defenderlos, sino que es un asunto de un eterno debate para establecer reglas, límites y responsabilidades sobre cómo deseamos vivir. Con todo, de la política no se debe de huir.