Monterrey.- La película dirigida por Adan McKay, No miren arriba, sin duda es una película que suscitará controversias como aspirante para los aclamados premios Oscar: odiada o amada. La película es diferente a otras películas que han tratado el mismo tema del choque de un asteroide a la tierra, como con Cuando los mundos chocan (1951), Meteoro (1979), Impacto profundo (1998), Armageddon (1998), Melancolía (2011), por mencionar algunas.
Aquí no hay un héroe, o un presidente norteamericano que salve el planeta tierra; tampoco naciones que se pongan de acuerdo en salvarla, sino perfectos incompetentes que tienen el poder para hacerlo, pero no lo hacen. En cierta forma es una crítica a estas tramas del cine apocalíptico y al mundo polítiquero de la era digital, que antepone su capital político por encima de cualquier interés colectivo, lo que resulta ser una interpretación más apegada a la realidad, cuyos ejemplos sobran. Si cambiamos el suceso del choque del asteroide Bibiasky, un asteroide mata planetas, por coronavirus o cambio climático, que en realidad son los mata planetas más cercanos que tenemos, la mirada de la película resulta interesante.
No miren arriba, trata de la joven Kate Dibiasky (Jennifer Lawrence), candidata al doctorado en Astronomía, que descubre un asteroide que viene directo a la tierra. Su asesor, el profesor Randall Mindy (Leonardo DiCaprio), hace el cálculo de la dirección y ambos informan a Oglenthorpe (Rob Morgan), encargado de la Oficina Coordinadora de Defensa Planetaria, que a su vez, informan a la presidenta, que está más preocupada por su capital político que por la amenaza planetaria. Al no ser escuchados deciden emprender la divulgación de su descubrimiento en los medios de comunicación, también más preocupados por el rating a cualquier precio que por el deber de informar correctamente. La cinta la podemos interpretar, por la trama, en la acción de que no miramos lo que está por destruirnos.
En ese sentido, es una nueva mirada hacia la clase política dominante y los nuevos amos del dinero. Meryl Streep, representa magistralmente a Orlean, una presidenta estúpida; y Mark Rylance, que hace el papel de Peter Isherwell, dueño de una empresa en tecnología, interesado en los metales para los celulares y quien impide el primer intento de salvar la tierra, cuyo personaje podemos también cambiar por cualquiera de los jóvenes empresarios líderes de la industria digital y redes sociales
Podríamos considerar esta película como una crítica a la destrucción de la Tierra y la marginación de las teorías, informes, manifiestos y personalidades que han advertido de la supervivencia de la especie humana como Noam Chomsky, la activista Greta Thunberg, Greenpeace, los ecosocialistas y los colapsistas. El propio Leonardo Dicaprio, del documental Before the Flood, sobre el cambio climático. ¿Qué es lo que no nos dice o no quiere decirnos esta película sobre un problema tan serio y catastrófico? Dentro de la trama, la solución que salta a la vista es sustituir una clase política incompetente por una competente, es decir, mandatarios que valoren más la voz de los científicos y consideren el bien colectivo. No se llama a la acción colectiva, se plantea por default al acuerdo para cambiar a una clase política por otra; la campaña que deciden emprender los científicos para informar el asunto parece un remedo de campaña política, no acciones concretas para salvar el mundo
En el humor negro podemos encontrar una plegaria que es el hijo de la presidenta y vocero del gabinete: “Quiero ofrecer una plegaria por las cosas, hay cosas importantes, cosas materiales, o sea departamentos de lujo, y relojes y autos y ropa y eso que podrían desaparecer y no quiero que desaparezcan, amen”; cosas banales y de lujo que genera el consumismo hedonista e individualista propio del capitalismo, también causa del cambio climático.
Existen suficientes hechos en los estudios científicos, y hasta en el sentido común, para generar una visión crítica transformadora que nos salve quizá del cataclismo inminente, consecuencia del cambio climático y ahora de la pandemia, nuestros verdaderos mata planetas Tierra. La película, a pesar de ciertas críticas, carece de un cuestionamiento al sistema económico social que nos tiene bajo amenaza de extinción: el modelo económico neoliberal capitalista. La película muestra con humor negro las promesas tecnológicas, que esconden la dominación de los recursos materiales e inmateriales del mundo. Revelan el imaginario desarrollista y colonialista, máscaras que tratan de esconder el racismo y la discriminación más burda. La vida eterna como promesas de la ciencia y la tecnología a los que puedan pagarla.
En el argot de la izquierda existe la tópica Abajo y a la Izquierda. En la película No miren arriba sucede en el mirar a una clase dominante torpe con relación a una problemática importante como la extinción del planeta. Sucede también en una mirada a los de abajo, cuya clase media profesionista es mirada como obrera por el vocero del gabinete, necesaria únicamente para legitimar el poder. Abajo y a la izquierda, significa la lucha desde lo colectivo por un mundo mejor. En la película los de abajo no existen, son una capa desorganizada, manipulada y sin rumbo, víctima del fin del mundo. Quizá es demasiado pedir a la cinta de una industria cinematográfica, que no precisamente se ha caracterizado por criticar al sistema capitalista, que haga una crítica profunda a los problemas más apremiantes del mundo. Sin embargo, la película por su diferencia de otras películas con el mismo tema es novedosa, tiene un gran elenco y está llena de frases e imágenes sarcásticas, como la del hijo que pierde a su madre, en alusión a la perdida de la Madre Tierra. Frases como zorra marxista, en los mensajes del concierto a favor del movimiento de redes surgido a partir de la frase solo miren arriba, escucha a los malditos científicos calificados en la canción interpretada por la cantante Ariana Grande, Riley Bina, los nutriólogos son obreros en el discurso del vocero del gabinete de la presidenta, Jason Orlean, son un buen repertorio del humor negro. Y para rematar un celular volando como basura cósmica enviando mensaje de felicitaciones porque tu dieta terminó.
¡Vaya pelicula!