GOMEZ12102020

NOTAS CULTURALES PUEBLERINAS
El Potrillo de General Treviño
Víctor Vela

Monterrey.- Ramón Benavides (El Potrillo), fue un lugareño miembro de una familia avecindada en General Treviño, al parecer en tiempos de la Revolución Mexicana, proveniente del sur del país, aunque cabe la posibilidad de que sus raíces más cercanas hayan estado en Cerralvo, Nuevo León.

Por un tiempo, alrededor de los años cuarenta del siglo pasado, Benavides trabajó como encargado permanente del rancho La Palma, propiedad de Baltazar Hinojosa Galindo, ubicado al oriente, por el rumbo de los Aldamas, Nuevo León. No obstante, su actividad que lo mantenía alejado del poblado la mayor parte del tiempo, cada vez que se le ofrecía venir para surtir “el mandado” (despensa), aprovechaba la vuelta para visitar las cantinas donde, con humor especial, compartía el sentir bohemio que siempre lo distinguió.

El mote de “El Potrillo” se atribuye a la frecuencia con la cual pronunciaba estos versos:

“¡Ay!, cuánto me duele en anca
¡Ay!, cómo me aprieta el cincho
Qué vas que brinco esa tranca
A ver si del golpe me hincho
Habiendo tanta potranca
Nomás por la mía relincho.”

Esta estrofa forma parte de la letra de una canción que Juan Rulfo incluyó en el texto definitivo de su novela El Gallo de Oro, cuyo autor y melodía original se desconocen. Se sabe que el gran el mérito de Rulfo fue haber recopilado e interpretado con calidad literaria la inspiración originada, gran parte, en el medio rural que le tocó, circunstancialmente, vivir de cerca cuando acompañaba a un familiar comisionado para visitar los pueblos y acopiar los impuestos federales; la obra en forma de guion fue escrita en 1963 y llevada al cine al año siguiente. Ya como novela, que alcanzó la fama en el medio literario, fue publicada hasta 1980.

Gracias al trovador Marcial Alejandro, con el título de “El Gavilán”, el poema completo se musicalizó y ahora se ha divulgado ampliamente en las redes sociales.

Desde que la canción vernácula mexicana inició su propagación masiva, a mediados del siglo pasado, quienes conocieron a “El Potrillo” recordaban haber escuchado pronunciar por él algunas estrofas adaptadas a composiciones regionales. Por ejemplo, hubo una que decía:

“El gavilán con sus plumas
No se pudo mantener
Y el escribano con una
Tuvo hasta novia y mujer.”

Con versos casi iguales empieza la canción de “El Cuervo y el Escribano”, popularizada por Los Alegres de Terán, a fines de la década de 1950.
Además, “El Potrillo” acostumbraba hacer rimas con refranes creados por él. Fue muy recordada aquella anécdota, cuando su amigo Epifanio Maldonado le pidió un favor que, de momento, no le era posible cumplir y, por lo tanto, se lo negó abietamente. Entonces Maldonado, con tono despechado, pronuncio un desgastado refrán sefardita que dice:

“Cuchillo que no corta
Y amigo que no sirve
Que se pierdan nada importa
No hay para qué insistirle.”

Al instante, Benavides replicó:

“El que es cabrón es cabrón
Y chivo hasta cierto punto
El borrego es agachón
Y tú tienes todo junto…
…chivo, borrego y cabrón.”

Entre los momentos más emotivos vividos por Ramón Benavides, destaca aquel en el que su patrón, Baltazar Hinojosa, tuvo necesidad de prescindir de sus servicios de ranchero, o sea, despedirlo de su trabajo; o como dirían ahora los pochos: “darle laid off”.
Ante el suceso, así se expresó “El Potrillo”:

“Corazón vive advertido,
que en este mundo hay mudanza,
cuando estás tú más engreído,
te corren sin haber causa,
como a mí me ha sucedido,
habiendo tanta confianza.”

Cuentan que Baltazar se conmovió y decidió seguir empleándolo indefinidamente. Este evento tiene un mensaje de lealtad y arraigo que pronto serían revaloradas y –a manera de contrapunto, en los mismos términos– los migrantes de mediados del siglo pasado podrían contestarle a Ramón:

“Corazón vive advertido
Que en este mundo hay mudanza
Por más que te hayas engreído
La vida a veces nos lanza
A buscar si lo has perdido
El valor de la esperanza.”


Al igual que los versos de inspiración pueblerina aquí mencionados, no sabemos cuántos otros más andan desparramados en canciones rancheras del noreste, de ayer y hoy, o en la memoria de algunos paisanos que de oídas supieron de estas sencillas y sabias reflexiones de Ramón Benavides (El Potrillo).

Salud.