Monterrey.- Aún pendiente la asignatura congelada de la feminidad. Poco ha cambiado en un año. En occidente los casos son constantes. Espeluznantes en su mayoría. Se estigmatiza en las plazas públicas. En los programas rosas y de chismorreo. Lanzan acusaciones de años no recientes.
El levantar de manos de quienes han sido presuntamente agraviadas. El linchamiento es primero en las redes sociales. Si en twitter no es tendencia, entonces no existe. Los colectivos en sus manifestaciones actúan e imitan el sonido de las hienas en tropel. Agreden incluso a sus pares de género. A quienes les resguardan en el derecho inalienable del libre tránsito y de la expresión de las ideas.
Son poco sororas. Les encanta los flashes de los fotoperiodistas. Los minutos en la televisión abierta o las transmisiones por facebook.
En un año atrás lanzaron piedras, pintarrajearon monumentos, usaron gas pimienta y estiletes para lastimar. La intolerancia de sus posturas imposibilita la empatía. La crueldad y la rabia por encima de la inteligencia.
Debieran ir a los ministerios públicos como el primer y único paso legal. Sentar precedentes sin la urgencia de la brillantina rosa o la confrontación del paseante. Nada de muerte al violador o al acosador. Castración química, muerte civil. También las feministas acosan. También las feministas golpean.