Monterrey.- A partir de las lluvias de la tormenta tropical Alberto de finales de junio y las precipitaciones subsiguientes, durante este mes de julio los niveles de la calidad del aire en la Zona Metropolitana de Monterrey se ubicaron entre “buena” (verde) y “aceptable” (amarillo).
Incluso, la estación de monitoreo ambiental ubicada en el municipio de Cadereyta, donde la Refinería de PEMEX genera la mayor emisión de contaminantes, ha presentado indicadores favorables con tan solo 38 partes por billón de ozono.
Los reportes del Sistema Integral de Monitoreo Ambiental (SIMA), solamente han registrado la existencia de riesgos moderados para la salud de la población en los municipios de Apodaca y de García, cuyas estaciones marcaron una calidad del aire “aceptable”.
Estas condiciones ambientales resultan poco usuales en comparación no sólo con los meses pasados, sino con ¡más de 15 años atrás!, cuando el Programa de la Naciones Unidas para el Medio Ambiente (PNUMA) catalogó a Monterrey como la ciudad más contaminada de América Latina.
Resulta un hecho histórico que durante julio ninguna estación de monitoreo del SIMA haya registrado indicadores de calidad del aire “extremadamente mala” (morado), “muy mala” (rojo) y “mala” (naranja”), todas las cuales representan factores de peligro para la salud pública y que eran las pésimas condiciones constantes en más de década y media.
Aunque en todos estos días las condiciones de la calidad del aire fueron las ideales para realizar actividades al aire libre por la mañana, tarde y noche, quizá esto no se haya reflejado en la activación física de la ciudadanía, debido a las precipitaciones y a la humedad prevaleciente en la Metrópoli.
A esta situación medioambiental histórica debemos agregar la entrada en vigor del nuevo Índice de Aire y Salud, emitido por la Secretaría de Medio Ambiente y Recursos Naturales (la Semarnat), mediante el cual el Gobierno federal obligó a los gobiernos estatales a comunicar de forma más clara y específica los riesgos para la salud por la contaminación del aire.
La actualización de la Norma Oficial Mexicana NOM-172 de la Semarnat, que contiene el Índice de Aire y Salud, fue publicada a finales de enero en el Diario Oficial de la Federación, fijando un plazo de 180 días para su entrada en vigor, fecha que se cumplió el pasado 23 de julio.
Esperamos que la Secretaría de Medio Ambiente y Desarrollo Sustentable del Estado haga lo correspondiente para actualizar el Índice a la NOM 172 de la Semarnat, con la finalidad de emitir recomendaciones más puntuales ante los diferentes niveles de contaminación atmosférica.
Especialmente ante los riesgos a la salud para la población sensible, como lo son la primera infancia, las embarazadas, las personas con enfermedades preexistentes, con capacidades diferentes y las adultas mayores. Por ello y para llevar a cabo una medición más clara de las condiciones de la calidad del aire, algunos de los cambios que deberá realizar la Secretaría al Índice de Calidad del Aire y Salud del Estado, son los siguientes:
- Comunicar el promedio móvil de dióxido de azufre con base en el promedio de la última hora, en lugar de un promedio de 24 horas.
- Describir del riesgo a la salud pública, al distinguir ahora a la población sensible y a la población en general.
- Recomendar indicaciones más específicas para las personas con enfermedades cardiovasculares o respiratorias mayores de 60 años, menores de doce años y personas gestantes.
Esto implica que para cada contaminante (partículas PM2.5, PM10, dióxido de azufre, dióxido de nitrógeno, ozono, monóxido de carbono), se fijan nuevos rangos permisibles. Es decir, para cada uno de los colores que van del verde al morado (según el nivel de contaminación), se establece una calidad del aire con base en un nivel de concentración que se promedie y se estipulan recomendaciones muy puntuales para proteger la salud.
Para que Nuevo León deje de tener la ciudad más contaminada de América Latina, necesariamente hay que actualizar las normas estatales con las de Salud Mexicana y las de la Organización Mundial de la Salud. Pero, sobre todo, disminuir los gases y partículas efecto invernadero y detener la deforestación urbana e incendios forestales que provocan el cambio climático.