Con Norma formó una pareja que nos sirvió, a los que estábamos en derredor, para volver a desear la fidelidad amorosa, comentábamos nuestra seguridad de que aquello no tendría fin en una ciudad y un medio donde el desdén y la infidelidad son la norma.
Cuando le propuse hacerle un retrato escenificando la metáfora que fuera de su agrado, salió la imagen que acompaña este texto… Pero antes, uno de sus poemas:
RELOJ DE AGUA
Del reloj salta la imagen del agua,
la perpetua corriente de la espera,
la vidriosa marcha de tus palabras
que una vez dijeron “mañana”, y ya es ayer.
El tic-tac, como marea, te acerca y te separa
de estos dedos desérticos y diurnos.
La muñeca sostiene el tiempo, carga
esa tormenta de tu voz cristalizada
mientras, por dentro, la sangre afina las cuerdas
fúnebres de la última cita.
Ha llovido mi ciudad por primera vez en cuatro meses,
no tiene caso permanecer aquí una gota más.
Óscar Efraín Herrera