Mazatlán.- ¡Morena gobernará Sinaloa en 2021!, es la idea fuerza que dejó en el ambiente Alfonso Ramírez Cuellar, el dirigente nacional de esa formación durante su estancia del pasado fin de semana en Culiacán.
Ese mensaje suena a una frase propagandística de rutina, nada diferente de la que ocurría en los tiempos fáciles para el PRI cuando los procesos electorales eran una suerte de actos plebiscitarios y el sistema de partidos era un simulacro democrático.
En ese entonces de antemano se sabía quién sería el ganador, no había espacio para el equívoco, menos para un fuerte realineamiento electoral cómo lo hubo en 2018.
Pero, ahora, las cosas han cambiado, tenemos un sistema de partidos competitivo y hemos vivido intensamente la alternancia política.
En los últimos veinte años hemos tenido presidentes del PAN, el PRI y ahora Morena esa amalgama de fuerzas nacionalistas y de izquierda.
En Sinaloa, a diferencia de otros estados, la única experiencia de alternancia en la gubernatura la tuvimos en 2010 producto de una ruptura en el PRI, pero desde 1989 en los municipios.
Hemos tenido buenos y malos gobiernos, de uno u otro partido, la gente ha tendido a premiar los buenos, pero también a castigar a los malos gobernantes.
Y ahora esa cultura de alternancia será un insumo importante, no el único, en la decisión del voto del próximo verano.
Quien le apueste todo al marketing político y, peor, a la mala memoria de los sinaloenses estaría poniendo los huevos en la canasta equivocada.
Para cuando ocurran las elecciones concurrentes de 2021 los ciudadanos estarán viviendo una cierta fatiga por los estragos que habrá de dejar la crisis sanitaria y no es para menos, muchos habrán de haber perdido salud, familia, patrimonio, trabajo.
A ese gran segmento social poco o nada les dirán las campañas de marketing o peor les desagradara ver las caras sonrientes, satisfechas y optimistas de muchos políticos que salieron ilesos de la crisis sanitaria -porque, sin duda, el sector de los políticos ha sido uno de los más protegidos en este desastre.
Entonces, ¿cómo pensar que habrá sinergia entre los depauperados con los de las caras sonrientes y satisfechas?
Salvo, claro, y no lo dudo que ocurra que de última hora el clientelismo político se active y estimule a una franja que puede ser decisiva a la hora de los resultados -Ya lo está haciendo el PAS con un gran despliegue de recursos que la autoridad electoral debería investigar para saber el origen de esos recursos en forma de distribución de insumos sanitarios, despensas, asistencialismo.
Pero, podría no ser suficiente, hasta ahora nadie ha tomado el pulso político que está dejando la pandemia y qué habrá de tener su cuota en el ánimo de los votantes.
Por ejemplo, ¿Les estarán saliendo bien las cuentas al gobernador, a los diputados o a los gobiernos morenistas de los principales municipios?
No es una pregunta menor, ni tampoco plana en los resultados, hay quienes han hecho más que otros.
Al gobernador si lo medimos por el compromiso que ha tenido en colaboración con el gobierno federal podríamos hablar de sintonía, que el mismo AMLO le ha reconocido frente a unos morenistas, dispuestos a ponerle piedras en el camino, como parte de su estrategia de posicionamiento.
Y no tanto a él, sino a su partido, que podría capitalizar esa disposición. Aun con los determinantes, estado de salud, pobreza, informalidad, cohesión social o aculturamiento y el estado que guarda el sistema de salud por mencionar los indicadores sobre los que recientemente reflexionaba el filo mazatleco Alejandro Calvillo en un artículo muy sugerente publicado esta semana en el diario digital Sinembargo.mx y Noroeste.
Al Congreso hay que medirlo no por las declaraciones pertinaces sino por el tamaño del presupuesto que aprobó para salud pública en este año, y sólo doy un dato, además de magro la mayor parte se destinó a compensar los salarios precarios de los trabajadores del sistema de salud, que no está mal, sino porque no se puede sacrificar la salud de todos en aras de los ingresos de un sector de la sociedad sinaloense. Esperemos que este año corrijan por la pandemia va para largo.
En cuanto a los alcaldes de los municipios grandes que en está ocasión están siendo gobernados principalmente por morenistas se han deslindado prácticamente de esta responsabilidad y la han dejado en manos del gobierno federal y del estado. En ninguno de ellos se distinguieron por levantar verdaderas campañas de prevención que pudieran evitar la multiplicación de los contagios y muertes, más bien vimos que la mayoría de los regidores y funcionarios públicos se han tomado la pandemia como unas vacaciones largas.
La bronca, como ya lo dijo el alcalde de Culiacán, es que la crisis sanitaria ha traído una menor recaudación y eso tendrá efectos negativos para las administraciones municipales en la segunda mitad del año cuando se presenten rebrotes que demandaran mayores recursos públicos.
Entonces, en un contexto de estancamiento de captación de recursos, las elecciones se perciben y percibirán seguramente por muchos como una frivolidad y más, cuando las campañas de posicionamiento electoral han empezado con esas caras sonrientes y satisfechas.
Me pregunto, ¿de donde habrá de salir para entregar las participaciones económicas que por ley les corresponden a los partidos? ¿será sacrificando otros rubros que pudieran tener que ver directamente con las necesidades nuevas que tiene la población? o ¿mayor endeudamiento público en el estado y municipios? o ¿alguien sensato levantara la mano para rediseñar las elecciones en un contexto catastrófico como es el que el ya están sufriendo decenas de miles de familias que se han quedado sin trabajo e ingresos?
Todavía, no se ve el valiente, que levante la mano.
Lo que se ve es a unos actores con un comportamiento en condiciones de normalidad y ahí están buscando seguidores, mejor cazando incautos, en las redes sociales para su proyecto personal que le permita seguir en la ubre pública.
Convenciendo, por distintos medios, qué van a ganar en 2021, cómo anima Ramírez Cuellar a la grey morenista.
¡Al tiempo!