Monterrey.- Desde su implementación representó el retroceso. No llegó a consolidar ni a beneficiar a la población laboral.
La subcontratación mal llamada Outsourcing, les permitió a un grupo de bandidos obtener ganancias inmorales.
Fueron ellos quienes se llevaron el porcentaje económico al enviar el capital humano a las empresas.
El trabajador entendió y justificó lo transitorio de su vacante. No se le cubren vacaciones, no cotiza en el IMSS, no recibe reparto de utilidades ni tampoco aporta a sus afores.
El Outsourcing se podría justificar como para aprendices. Personal sin capacidad profesional o técnica. México es un país de subempleo. Lo existe en todas las empresas.
La contabilidad doble, las razones sociales diferentes y la confabulación de las centrales obreras, por muchos años, dieron cabida a un régimen de empobrecimiento general.
El empresario, el inversionista, prefirió y aún lo sigue haciendo, de contratos temporales. Por semanas. Lo usan en universidades privadas, evitan la planta de maestros.
Quien le apuesta a la docencia en todos los puntos, desde el kínder hasta el posgrado. Incluso en la 4T, el jefe de la oficina del presidente, Alfonso Romo Garza, en su labor humanitaria, varias de sus empresas mantienen ese esquema temporal.
Un primer paso para el trabajador es la extensión del Outsourcing. El otro, el final de los contratos temporales. Ahí está el detalle.