Monterrey.- En México se vive el reinado del matriarcado. Es en la mujer en quien se basa la construcción del hogar. Son quienes administran los recursos. Quienes realizan las labores domésticas.
El primer frente de batalla para corrección de los hijos. Con quienes se logran los primeros acuerdos y las reprimendas. Por ello es conocía la figura cómica de la chancla voladora.
La mujer es la biblia, el rosario, la comunión y la eucaristía de la formación en cada uno de los espacios. También es la decencia, el trato delicado y lo pragmático de los presupuestos.
Algunas damas han logrado colocar su participación en puestos de primer lugar. Dirigiendo las empresas, reclutando trabajadores de excelencia. Nuestras mujeres mexicanas no necesitan abortar a su macho.
Mucho menos de castrar químicamente a su pareja o de convertirse a discrecionalidad en víctimas. La radicalización de sus protestas le acompaña el personaje siniestro y mal intencionado.
Un país como México aún no cuenta con la sororidad. Mucho menos con buscar la revictimización de la mujer en los espacios públicos.
Será muy complejo el imaginar a Olga Sánchez Cordero, secretaria de gobernación como Presidenta de México. Olvidemos en un estado como Nuevo León aceptar a Clara Luz Flores Carrales de Guerra, Judith Díaz, a Tatiana Clouthier, Cristina Díaz o a Ivonne Álvarez en la gubernatura.
Sigan al doctor maravilla Samuel García, Víctor Fuentes, Idelfonso Guajardo (si es que antes no le inician vinculación a proceso con el asunto PEMEX) o Adrián de la Garza.
No habrá paridad. Solo espacios para comparsas.