Pelos pintados
Tomás Corona
Monterrey.- Modas van, modas vienen. Blusas de diversas texturas, holgadas, vaporosas, ajustadas, floreadas, escotadísimas... Camisas de diferentes telas, sueltas, lisas, flojas, multicolores, de licra, pegadas al cuerpo... Pantalones largos, cortos, de mezclilla, de casimir, poliéster, rotos (“vintage”)... Pero el uniforme escolar será siempre el uniforme escolar. Pero, ¿para qué uniformar...? Supuestamente, como una medida para identificar a los alumnos y evitar el acoso y la discriminación, sin embargo estos se dan al por mayor hacia el interior de los centros escolares. En el fondo uniformar es también etiquetar, una estrategia de dominación, manipulación y sometimiento, bastante onerosa además, que Hitler y sus secuaces utilizaban magistralmente. Lo mismo pasa con las insignias como el escudo o el monograma de la escuela que los alumnos llevan en el pecho como una marca indeleble. Con la moda y el cabello ocurre algo semejante. Cabello largo, corto, rapado, teñido o recortado de la manera más estrafalaria. Una estúpida moda más. Pero ese pequeño detalle relativo al corte de cabello “natural”, así como el “chongo” ajustado de las alumnas, también aparece en todos los reglamentos de las escuelas de educación básica. Hoy el cabello teñido de los niños (¿y niñas?) se volvió un “hitazo mediático”cuando el Consejo Nacional para Prevenir la Discriminación (CONAPRED), creado durante el gobierno de Fox, hágame el “refabron cabor”, decretó, en uno de sus preceptos que los alumnos podían acudir a la escuela con el cabello teñido, sin recibir ningún tipo de restricción y mucho menos un castigo. Extraordinariamente la máxima autoridad educativa de Nuevo León confirmó la problemática sentencia. Ya no importaron los otros problemas, falta de agua, luz, de maestros, fallas infraestructurales, deterioro de los edificios, entre otras necesidades y recursos ausentes en muchos planteles educativos, todo se concentró en sí se autorizaba o no una melena teñida, es decir, el hecho se convirtió en una “cortina de humo” o “caja china”, como guste llamarle. Hay quienes se atreven a interpelar afirmando qué es una violación a los derechos de los niños y jóvenes y exponen diversos argumentos que bien aplicarían en países “hiper avanzados”, no en México, donde los derechos humanos son pisoteados consuetudinariamente. Habría que arreglar infinidad de cuestiones más, aparte de unos “pelos pintados”.
Afortunadamente hay padres sensatos conscientes de la etapa formativa por la que atraviesan sus hijos en edad escolar y dispuestos a proteger el virginal cabello de sus vástagos del terrible peróxido del tinte. Los que no, se toparon de frente con el susodicho “reglamento escolar” que ellos mismos firmaron, más allá de la CONAPRED y de la “mujer maravilla”, como alguien la bautizó por allí. Llegó el indeseado lunes y aconteció, en una escuela cualquiera, la siguiente candorosa y tierna escena. De ninguna manera, no aceptaré a ningún alumno con los “pelos pintados” y mucho menos con ese corte, usted firmó esto, dijo encabronadamente la señorita directora con un reglamento en la mano... (“varones, cabello corto sin teñir”, decía la “leyendilla”). Al final de cuentas todo se volvió un rumor, un “fueguito” más que apagar y, como siempre, son los directivos y profes quienes cargan y enfrentan todas las broncas y conflictos que acontecen en la dura, dislocada y recalcitrante realidad escolar...