CORONA210920201

¡Pinche Porfirio!
Ernesto Hernández Norzagaray

Mazatlán.- El diablo sabe más por viejo que por diablo reza el viejo refrán para enseñarnos que la experiencia es más sabía que la audacia frecuente en la juventud. Sea en los negocios o en el amor; en la economía o en la política. Y la renovación de la dirigencia nacional de Morena es un buen ejemplo de la cabalidad de ese refrán.

     Y es que cuándo los audaces de Morena, en un número desproporcionado, hacían los cálculos y amarres para alcanzar la dirigencia nacional o al menos ser tomados en cuenta en la integración del CEN o en el futuro en una candidatura de elección popular, inesperadamente Porfirio Muñoz Ledo levanta la mano, no sin cierta dificultad, para decir “quiero ser el próximo dirigente de Morena”.

     Y todos los que venían haciendo cálculos de como les podría ir en la encuesta diseñada por el TEPJF y que habrá de ser aplicada por el INE, sintieron el rigor de la capacidad de sorpresa que sigue teniendo la política, donde no vale aquello del “relevo generacional”, lo de “dejar que suban los jóvenes”, la “sangre nueva” y otros clichés de uso corriente en momentos como este.

     Y es que, ¿quién en su sano juicio podría pensar que Porfirio con sus 87 años, con las limitaciones de movilidad y de habla podría aspirar al cargo de dirigente de Morena? Ni el más agudo y perspicaz de los analistas podría haberlo imaginado y si alguien lo hubiera pensado y dicho quizá provocaría una risa de incredulidad o socarrona. ¿Cómo si ni puede andar con seguridad? - diría alguno.

     Pero es realidad, Porfirio fue con la diputada Citlalli Hernández al registrarse como fórmula para el más alto cargo de su partido. Y, ahí, estaba en la plancha del INE dando declaraciones a tono con el momento mediático y soltó una contra los magistrados del TEPJF a quienes acusó de parcialidad y favorecer a los “caciques del partido”.

     Seguramente no tiene manera de demostrarlo su dicho, y si fuera cierto, eso que importa, había ganado las ocho columnas de los diarios del día siguiente ante el asombro de los otros aspirantes al mismo cargo. Me imagino a AMLO, sonriendo y diciendo en su foro interno: ¡Pinche Porfirio!

     Y lo logró fuera por su declaración o por su papel de decano de Morena, incluso, por el reconocimiento que le brindan sus adversarios políticos y que hace de él una de las voces más respetadas de nuestro mundo político.

     No importa que Porfirio haya estado en el PRI y que en su juventud le haya brindado loas a Gustavo Díaz Ordaz después de los acontecimientos trágicos de Tlatelolco; ni tampoco que haya sacado a la luz el encuentro de Cuauhtémoc Cárdenas con Carlos Salinas luego de la “caída del sistema” en 1988 cuándo estaban ocurriendo los asesinatos políticos entre figuras del perredismo o, que se haya incorporado a la ola de la alternancia por la derecha foxista incluso gracias a eso asumió el cargo de embajador de México en la Unión Europea (2001-2004) incluso es el morenista que más ha cuestionado decisiones de AMLO.

     Lo que realmente interesa es que es un personaje fuera de serie que ya es parte de la historia de la transición mexicana y esa distinción pocos personajes pueden presumirla.

     Una muestra de ese reconocimiento, quizá también que su edad que no puede aspirar a la presidencia de la República en 2024 –aunque, luego de está sorpresa, igual levanta la mano– y eso le da libertad para decir lo que quiere incluso dentro del morenismo y especialmente dentro de su fracción en el legislativo pero, lo más sorprendente es que las encuestas de intención de voto favorecen a su fórmula para alcanzar la dirigencia -ya lo fue en el PRI en y también del PRD–.

     Y algo pudo haber sucedido con su señalamiento contra los magistrados electorales que repentinamente han tomado la decisión de suspender la consulta porque la encuesta está mal diseñada pues no contempla la paridad de género y es que de los más de 50 aspirantes a dirigente nacional solo dos respetaron la paridad. Uno de ellos fue Porfirio. Esto provocó reacciones entre los aspirantes que no se habían percatado de tamaño desacierto del tribunal electoral.

     Pero, volviendo a Porfirio, es un personaje con una gran experiencia política que ha llegado a una edad que es libre como el viento.

     Por eso, y más, ¡Pinche Porfirio!