Nada de qué asombrarse, pues el poder judicial suele ser un poder ajeno a la gente, es decir, la gran mayoría de los ciudadanos no conoce qué es y cómo funciona este poder. Mucho menos conocen a sus jueces.
Así, por ejemplo, cuando aparenta que la corrupción ha hecho, nuevamente, acto de presencia (caso Medina de la Cruz o Rodríguez Calderón, por hablar de lo local) la gente, indignada, tiene el incentivo necesario para informarse sobre el juez que atendió el asunto.
Sin embargo, con esto no se quiere decir que los jueces deben parecerse más a los políticos, los cuales se preocupan más por las elecciones venideras, que por atender el complejo ciudadano.
Ciertamente, el poder judicial no debe ser ajeno al ciudadano. Alexy, por ejemplo, llegó a mencionar que «los jueces hablan en nombre del pueblo», pues son auténticos decisores. Y lo que deciden, repercute en el estado.
¿Qué sería de la «reforma a la Ley de la Industria Eléctrica» (AI: 64/2021) si se hubiera aprobado su constitucionalidad? O ¿qué pasaría con temas más complejos como el aborto, la adopción entre parejas homoparentales, etcétera?
Ese es el gran desafío del estado constitucional en el que se supone existe en México. Un debate que generó chispas entre Habermas y Dworkin hace algunos años, pues ese poder de decisión (de declarar la constitucionalidad) ocupa de una piedra angular; de una racionalidad que permita que lo justo impere.
He ahí la importancia de por qué el poder judicial debe ser más cercano a la gente. No obstante, esta situación no solo le corresponde a los ciudadanos, sino que el mismo poder judicial transgrede la constitución que se supone debe cuidar, pues poco hace por acercarse a la gente e informarle cuál es su función e importancia.
Del poder judicial depende mucho la cultura jurídica de un país. Sin esa cercanía, muy difícilmente la voz del pueblo se hace presente en las sentencias judiciales.
En fin, aún queda mucho por hacer y ojalá se dé continuidad a lo que, de alguna manera, el ahora expresidente de la SCJN, Arturo Zaldívar, inició: tener redes sociales para expresar su opinión acerca de varios temas de la vida pública e informar a los ciudadanos.
Se hace mención a esto último, ya que tal acción se puede interpretar como un paso en la dirección correcta. No obstante, la nueva presidente Norma Piña, mantiene esa lejanía al no tener cuentas en redes sociales o, al menos, cuentas que se conozcan y sean públicas.