GOMEZ12102020

Poetas, poemas y periódicos del siglo XIX (10)
Erasmo Enrique Torres López

Monterrey.- José Zeferino de la Peña y Flores: coahuilense, presbítero, poeta, orador, filósofo, catedrático y periodista.
José Zeferino es un personaje desconocido en Coahuila, su tierra natal y también en Nuevo León, donde vivió y escribió. Poco se sabe de él y es merecedor de un estudio amplio. Nació en Saltillo, consignan en sus respectivos Diccionarios Biográficos: Martha Durón, Arturo Berrueto González, Roberto A. Morales y Sandra Martínez, José Ma. Suárez Sánchez e Israel Cavazos. No indican fecha de nacimiento, pero fue por 1849, de acuerdo con una nota de El Coahuilense, relativa a una certificación de 1861, donde se señala que “los jóvenes Manuel Acuña....y Zeferino Peña….se han pasado a la Primera Cátedra de Latinidad”, en el Colegio Público de Saltillo. Como se sabe, Acuña nació en 1849, por lo que en 1861 andaba en los 12 años de edad y Zeferino también, o en una edad cercana a los 12 años. Firma la constancia el padre Manuel Flores, Rector del Colegio citado (1).

     De la Peña y Flores estudió en el Seminario de Monterrey, indica D. Israel Cavazos (2 ). En el periódico regiomontano La Luz, del 20 de diciembre de 1872, leemos: “El Diácono D. Zeferino Peña, fue el orador el día 8, lo hizo muy bien mostrándose bastante aventajado en sus estudios”. Lo anterior fue en la iglesia La Purísima, la principal de Monterrey, después de Catedral. A la vuelta del año, el 8 de marzo de 1873, fue ordenado sacerdote y al año siguiente fue adscrito a Monterrey (3). Además de orador fue poeta y entre 1876 y1889 publicó sus versos en dos periódicos de Monterrey y en uno de Sabinas Hidalgo, N L., hasta donde sabemos. La composición más antigua que le conocemos es un soneto de 1876 y apareció en La Luz del 8 de abril de ese año, el cual damos a conocer :

     “A Ntra. Sra. de los Dolores.

     Non est dolor, sicut dolor aneus.

     Tras de la turba de la gente impía, / Que al Hombre-Dios terrible atormentaba. / Una mujer llorosa se miraba; / Era la Madre del que allí sufría: / / Con la alma herida al Salvador seguía, / Fijos sus ojos hacia él llevaba, / Y al verle padecer, su llanto alzaba, / Y más intenso su dolor se hacía; / / Piedad en vano del verdugo implora / Que apura más su duro sufrimiento, / Y en medio al gran pesar que la devora, / / Angustiada, sin fuerza y sin aliento, / Moribunda así exclama la Señora: / / ¡No hay dolor como el dolor que siento!. J. Z. P.”

     Varias de sus composiciones las firmaba así sencillamente, con las iniciales de su nombre. Queremos dejar constancia de haber encontrado el poema arriba transcrito, en el Archivo Municipal de Saltillo, en su Hemeroteca, único repositorio que posee el ejemplar consultado, pues no existe en la Capilla Alfonsina de la UANL, ni en la Hemeroteca Nacional Digital de México.

     En 1878 dá a conocer su libro Versos Religiosos y Morales de 114 págs., impreso en Saltillo en la Imprenta Libre. El poemario se localiza en la Biblioteca Nacional de México. En este mismo año, en la Imprenta Religiosa, ubicada en Plaza de Zaragoza Núm. 5 de Monterrey, el editor J. Chávez le publicó Manual de Sacramentos.

     En octubre, también del año 78, La Luz, nuestra fuente de información, comenta la posibilidad de un traslado del obispo de la diócesis de Linares, Francisco de Paula Verea, a otra sede. Con ese motivo D. José Zeferino redacta en 8 quintetas, una pieza poética: “Al Inmortal Verea”, titulada con el apellido de su destinatario y se publicó en La Luz del 7 de diciembre de 1878. Nota: el ejemplar que contiene la pieza poética aludida, se encuentra encuadernada con ejemplares de 1876; aunque traspapelada, lo importante es que la hemeroteca del Archivo Municipal de Saltillo lo conserva y por cierto único repositorio en que existe. La composición fue leída por su autor en Abasolo, Coahuila, en ocasión de las fiestas de la Inmaculada Concepción, teniendo a su cargo el curato de dicho lugar.

“Al Inmortal Verea :
A qué venís a cantar? / Mejor debierais llorar / Al ver ya se ha ausentado, / Por siempre y de nuestro lado, / Nuestro jefe espiritual…../ / ¡No ilumina nuestro cielo / Tan esclarecido sol! / Será eterno nuestro duelo, / Sin que tenga algún consuelo / Nuestro herido corazón…/ / Que es eterna la memoria / Del justo, nos dice Dios; / Y nuestro pueblo en su historia / Conservará el alta gloria / De tan ilustre Pastor. / / Si se estremece la planta / Al arrancarle sus flores, / Nuestro pueblo mil clamores, /Esencia de sus dolores, / Hoy por Verea levanta. / / Poseyendo el don de ciencia / Y grande sabiduría, / Fue quien rigió con prudencia, / A la par que con paciencia, / La Diócesis que tenía……/ / Águila que armaste el vuelo / A tierras muy apartadas, / No desdeñes tus miradas / A tus antiguas moradas / Desde tan dichoso suelo…/ / El pesar es tanto, tanto / Que por tu ausencia he sentido /Que mis ojos no han vertido, / Aunque mucho yo he sufrido, / Como hoy, tan copioso llanto …./ / Que mientras la vida sea / Del que habla en esta ocasión, / Grabada en el corazón, / Traerá sin interrupción, / La memoria de Verea. / /. J. Z. PEÑA”.

     También así firmaba, con iniciales y primer apellido. El obispo Verea llegó a Monterrey en 1853, a él correspondió fundar en Saltillo el Colegio de San Juan y al promulgarse la Constitución del 57 se opuso a su observancia por lo que el gobernador Vidaurri decretó su expulsión. Luego volvió y en 1879 conoce el poema de José Zeferino.

     D. Israel Cavazos (1996, p. 400) lo ubica atendiendo el curato de Ramos Arizpe, Coahuila en 1884; sin embargo, el padre Portillo Valdez señala su estancia en ese año en Montemorelos (5) y tiene razón pues el 16 de abril de 1885, en el periódico regiomontano La Defensa del Pueblo, encontramos el siguiente anuncio: “Interesante a los Sres. Sacerdotes.- Habiéndose concluido ya la reimpresión del MANUAL para la administración de los Sacramentos, pueden los Sres. sacerdotes hacer sus pedidos al Sr. Cura de Montemorelos (N.L.) D. José Zeferino de la Peña”. Este anuncio estuvo apareciendo todo el año 85. En la Defensa del..., en la edición del 26 de noviembre del mismo año, apareció este otro anuncio: “A los Sres. sacerdotes y a todos los católicos. Terminada la reimpresión del CATECISMO contra el Protestantismo, pueden dirigirse los pedidos al Sr. Cura de Montemorelos D. José Zeferino de la Peña. Importe el módico precio de 8 pesos el ciento”. En 1886 pasa a Bustamante, afirman Israel Cavazos y Antonio Portillo y lo leemos en El Coahuilense, órgano del gobierno de Coahuila en su No. 67, de octubre de 1886, lo designa “actualmente cura de Bustamante”; en este año publica Lecciones Elementales de Lógica, Imprenta Libre, Saltillo; obra “adoptada como libro de texto en las escuelas oficiales de Coahuila” indica el Maestro Arturo Berrueto (6); y en noviembre del 86, en Bustamante rubrica el soneto “Al Ilmo. Sr. Jacinto López en su entrada a Monterrey”, el cual se publicó en La Defensa del Pueblo del 21 de ese mes y año y enseguida lo ofrecemos:

     “Al Ilmo. Sr. Jacinto López. En su entrada a Monterrey. Soneto.

     Y pues ya de Jesús, José y María / Tu ciñes la corona que del cielo, / Te mandaron en premio a tu gran celo / Por la gloria de Dios; en este día, // Que henchido está tu pecho de alegría / Porque pisaste el diocesano suelo, / El parabién te dá con dulce anhelo, / Y estas flores te manda el alma mía : // Y pide a nuestro Dios constantemente, / Te conceda propicio grandes dones / Y te haga, sobre todo, muy paciente; // Que estén bajo tus plantas los dragones, / Que la grey a tu voz marche obediente, / Y ganes para Dios los corazones. Bustamante, Noviembre 10 de 1886. J. Z. Peña.”

     Además del soneto dedicado al nuevo obispo al llegar a Monterrey, J. Z. P. (como solía firmar) redactó otro soneto también en noviembre del 86, en vísperas de la fiesta de Guadalupe. Enseguida lo copiamos tomándolo de La Defensa del Pueblo del 12 de diciembre del 86:
“La Virgen de Guadalupe. Soneto. Al Ilmo. Sr. Obispo D. Jacinto López.

     Cuando de Albión la fé desaparecía / Por injusto decreto de un tirano, / Que a su reino trocára en luterano, / Y era proscrito el culto de María; // La Virgen Santa, al despertar el día, / llena de luz, en traje soberano, / Hablar se digna a un pobre mexicano / Y en blando acento al Indio le decía: // Yo soy la siempre Inmaculada y Pura. / Hoy he venido desde el alto Cielo, / Mi cariño a mostrar y mi ternura. // Al muy humilde y mexicano suelo; / Y en prueba de verdad en mis favores, / Lleva al Obispo, de la peña, flores. J. Z. P.”.

     Nótese la combinación o juego de palabras de sus apellidos con lo que marca la tradición de recoger flores del monte, de la peña, en pleno diciembre. Esta pieza poética mucho le agradó al jovial director del Centro Cultural Vito Alessio Robles, el Lic. Javier Villarreal Lozano (+), recomendándome buscar más datos del poeta y presbítero.

     El 13 de mayo de 1887 falleció el párroco de Montemorelos D. Pedro de V. Lozano y José Zeferino regresa a Montemorelos a ocupar su lugar. La Defensa del Pueblo, del 21 de agosto de ese año comunicó lo siguiente: “Este distinguido colaborador y amigo nuestro ha pasado a encargarse del Curato de Montemorelos, vacante por la muerte del Sr. Cura D. Pedro de V. Lozano”. En este año del 87 colabora en La Voz de la Frontera, semanario dominical independiente de Sabinas Hidalgo, N. L., según vemos en la edición No. 7 del 3 de abril de ese año, cuyo ejemplar original nos fue obsequiado por el destacado historiador Héctor Jaime Treviño Villarreal, buen amigo nuestro. Al comenzar el año de 88 la distinguida dama montemorelense y poeta presbiteriana, María M. Browne, redacta una pieza literaria de la que ofrecemos la primera cuarteta:

     “Recuerdo….!

     Al digno pbro. José Z. de la Peña y F.

     Por el piélago inmenso del pasado/ La nave del recuerdo vemos ir, / Para ella el destino no ha trazado / La palabra fatídica : ¡Morir!.”

     El poema apareció en La Defensa del Pueblo No. 352, del 12 de febrero de 1888.

     En septiembre del mismo año, se edita en Montemorelos, en la Tipografía del autor, las Lecciones Elementales de Lógica, cuya primera edición fue en Saltillo en 1886. La reproducción del 88 la comenta Emeterio Valverde (7) y dice: “Si es necesaria la Gramática para hablar bien, y la Aritmética para bien contar, la Lógica lo es para encontrar la verdad con más esplendor y menos dificultad”. Se indican los lugares de expendio. México, Imp. de Joaquín Guerra y Valle; Saltillo, Librería de Antonio Farga; Monterrey, tienda del Sr. José Ma. Parás. En la misma publicación arriba citada, encontramos uno más de sus sonetos, el cual transcribimos a continuación:
“Mater Dolorosa. Soneto.

     Pura, como la esencia de la rosa / De la planta más tierna y delicada; / La que irradia virtud en su mirada, / Núcleo de dones y sin par graciosa; // La que el Señor formó para su esposa./ La que fue concebida inmaculada / La que ya vive en eternal morada; / María, la criatura más hermosa; // Tormentos indecibles su alma hirieron / Al ver del Hombre-Dios las aflixiones, / Dolor cual su dolor jamás sintieron // Del mundo los heridos corazones : / La llaman con razón los pecadores, / ¡Virgen bendita, MADRE DE DOLORES!. Peña y Flores”.

     Se publicó en La Defensa del Pueblo No. 414 el 21 de abril de 1889. NOTA : En 1876, en La Luz, del 8 de abril, apareció el soneto A Ntra. Sra. de los Dolores, de contenido similar pero es otro poema, el cual quedó transcrito a poco de comenzar este trabajo. En 1894 lo encontramos editando en Saltillo La Fé Católica, semanario religioso, según apunta D. Vito A. Robles en su Bibliografía de Coahuila….p. 232; y de acuerdo con el padre José Antonio Portillo, en 1896 es párroco en la iglesia San Estéban de Saltillo (8); En 1898 vuelve al curato de Bustamante, N. L.; En 1909 regresa a Saltillo y en 1924 está encargado de la Capilla del Santo Cristo. (9 ). Expreso mi agradecimiento al Cronista de García, N.L. C.P. Antonio Flores Treviño por su valioso apoyo. Queda pendiente localizar su tumba, la cual buscaremos terminando el confinamiento.

NOTAS:
1).- “Documento Histórico” en El Coahuilense, órgano del gobierno de Coahuila, No. 47, del 17 de octubre de 1888.
2).- Cavazos Garza, Israel. Diccionario Biográfico de Nuevo León. Monterrey, Grafo Print, Editores, s.a. 1996. p.400.
3).- Portillo Valdez, J. Antonio. Diccionario de Clérigos y Misioneros Norestenses. Monterrey. 2011. p. 289.
4).- Cavazos Garza, Israel. Op. Cit.
5 ).- Portillo Valdez, J. Antonio. Op. Cit.
6).- Berrueto González, Arturo. Diccionario Biográfico de Coahuila, Saltillo, 2005, p. 486.
7).- Valverde Tellez, Emeterio. Bibliografía Filosófica Mexicana. Edición facsimilar, tomo segundo. El Colegio de Michoacán, 1989. p. 226.
8).- Portillo Valdez. J. Antonio, Op. Cit.
9).- Portillo Valdez, J. Antonio, Idem.


* En memoria de Javier Villarreal Lozano, destacado historiador coahuilense (1937-2020).
Para mi familia coahuilense: Cosme Torres Flores y Yolanda Cardona y sus hijas Yolanda, Aurora, Catalina y Diana Torres Cardona y todos los nietos.