Puebla.- La principal razón por la que no voté en la elección del 1 de junio fue porque no creo que los integrantes del poder judicial deban ser electos por voto universal.
Del mismo modo que tampoco deben serlo los médicos de un hospital, los pilotos en la aviación o los generales de un ejército.
Todas estas funciones son de alta responsabilidad y riesgo. Deben ocuparlas personas que han demostrado, en su formación, su trayectoria y su desempeño, que tienen la capacidad para hacerse cargo de las mismas.
Las diversas instituciones y organizaciones en las que actúan estos profesionales han desarrollado mecanismos para hacer que lleguen a ellas los mejores, además de sistemas de evaluación para saber si están cumpliendo o no. Hay fallas e imperfecciones en muchas de ellas, pero a nadie se le ocurre corregirlas llamando a una elección universal de médicos, pilotos o generales.
Esta primera y principal razón es en sí misma suficiente. Pero hay otras.
La segunda es que fue una propuesta de arriba hacia abajo. No provino de la sociedad, sino de la cúspide del poder.
En su inicio, pero también en su diseño y su implementación. En notable contraste con las reformas electorales que culminaron con la autonomía del IFE en 1996, y que permitieron algo que no se había dado en el país: la alternancia electoral en la presidencia de la república.
En esas reformas participaron de manera activa no solo todos partidos políticos (no siempre lograron consensos, ciertamente). Las discusiones se abrieron a toda la sociedad. Pudieron presentar sus propuestas y argumentos organizaciones sociales, universidades y centros académicos, ciudadanos y ciudadanas.
La reforma al poder judicial surgió desde el poder y fue diseñada e implementada por el grupo en el poder. Le llaman “democrática”, solo porque implica casillas y boletas (¡más de 600 millones de boletas!). Pero el simple hecho de que haya una elección no significa que sea democrática. Sólo con muy mala fe, o con una vista muy corta, se puede concluir eso.
Como siguiendo un manual básico, el grupo en el poder está concentrando en sus manos todas las instituciones. No es casual que se hable tanto de autocratización en México. Ciertamente no es un grupo homogéneo. Hay visiones e intereses encontrados. Pero por lo pronto, será entre ellos que diriman el poder y las decisiones.
* Profesor de la UDLAP.