No por mucho madrugar
amanece más temprano.
Refrán popular
Monterrey.- Son las leyes del universo las que determinan el momento de cada amanecer en el planeta entero. En su libro La Revolución de la Esperanza (1970), Erick Fromm dice: “la historia del hombre es [la] del conocimiento de la conciencia [y ésta] se refiere tanto a los hechos de la naturaleza exterior a él, como a su propia naturaleza”.
Para aprovechar al máximo el tiempo de la luz solar, como uno de los propósitos más significativos de la actividad cotidiana, el hombre ha tenido que ajustarse artificialmente a las condiciones de la simetría natural. O sea, la modelación como principio del método para adaptar la vida humana a las condiciones impuestas por fuerzas ajenas a ella.
Originalmente las culturas antiguas –como la egipcia, la romana, y en la Mesopotamia– ajustaban sus horarios con la flexibilidad que los medios para medir el tiempo circunstancialmente se los permitían, algunas usando los relojes de agua –clepsidras traídas de Oriente– de dos escalas: por ejemplo, en Roma la tercera hora después del amanecer duraba 44 minutos en el solsticio de invierno y 75 en el de verano.
El reloj mecánico llegó al mundo europeo en el siglo XIV, pero fue hasta la Primera Guerra Mundial (1914) cuando, con el fin de ahorrar gastos de iluminación, se puso en práctica la idea sugerida (hacía siete años) por el inglés William Willett, que consistía ajustar los relojes mecánicos pendularmente 80 minutos, esto era adelantando 20 minutos cuatro domingos sucesivos de abril y atrasando en la misma cantidad los domingos de septiembre. El horario de verano, propuesto por Willett, fue el resultado aislado de aquella sugerencia remota (1784) de Benjamín Franklin, de tomar medidas para ahorrar energía, que vino a instaurarse como regla en 1974.
Una buena parte de los países occidentales, principalmente los más desarrollados, aún aplican el horario de verano; por lo regular otros, en su mayoría asiáticos, lo dejaron de aplicar; hay una porción importante de países del continente africano y la península arábica –y excepcionalmente en América y Sudasia– que nunca han tenido cambio de horario. Últimamente, en 2019, el Parlamento Europeo permitió por mayoría que cada país decidiera si ajusta o no sus relojes a los tiempos de la luz solar.
La sincronización es uno de los elementos indispensables que la humanidad ha requerido para adaptarse a la naturaleza y, para lograrlo, lo ha venido haciendo cada vez con mayor precisión e ingenio. Empíricamente, sabemos que cualquier pérdida de sincronía en la vida social, da lugar a inconvenientes en diferente grado, es decir, pueden ser insignificantes en un sentido restringido, pero considerables si se aplica en un sentido amplio. De ahí que la postura de liberar a los países de los ajustes horario vaya en contra la creciente interdependencia de regiones a nivel mundial.
En vista de los trastornos causados por adelantar o atrasar una hora de un día para otro, es necesario que los organismos internacionales, en lugar de liberar la decisión a cada país, convoquen a la comunidad científica para diseñar un reloj de ajuste continuo, apegado a los tiempos de iluminación natural a todo el mundo, es decir, un reloj válido universalmente. Tómese como guía el reloj natural usado por todos los seres vivos, que sincronizan sus actividades con los períodos de luz solar: en invierno inician sus actividades tarde y en verano lo hacen temprano.
Para simular la manera natural de medición se requeriría de un nuevo reloj programado para adelantar, digamos 20 segundos, a partir del solsticio de invierno (la noche más larga) hasta llegar al solsticio de verano (el día más largo). De ahí seguiría un conteo inverso, o sea, o atrasar la misma cantidad diaria, hasta completar el ciclo anual.
Nota Físico-Matemática: con base al ángulo formado por el movimiento pendular del eje terrestre de estimarse el tiempo preciso, que debe programarse para atrasar o adelantar al nuevo reloj, la modelación matemática que creo debe servir, da la función logística, cuya derivada es la curva normal, o campana de Gauss. Esta nota se somete al escrutinio de expertos, en una materia sobre la cual me considero un mero observador.