Molesto por las revelaciones ha buscado revertir el golpe y después de una serie de descalificaciones y ofensas contra el periodista Tim Golden, la semana pasada sus asesores seguramente lo convencieron de que esa ruta estaba agotada y era necesario dirigir los tiros en otra dirección, por lo que se estaba multiplicando en las redes sociales a través del hashtag #NarcoPresidenteAMLO López Obrador, pues tenía un efecto exponencial especialmente en Twitter, donde en dos días, dicho por él, habría alcanzado la estratosférica cantidad de 170 millones de vistas.
Una cantidad que supera a la población mexicana de dentro y fuera del territorio nacional. No hay que ser especialista en inteligencia artificial para darse cuenta de que se había puesto en marcha una estrategia para perfilar una imagen negativa del presidente López Obrador y si no se detiene tendrá efectos incalculables sobre quien es el artífice de la campaña oficialista y, subsecuentemente, en el rendimiento electoral de su partido y Claudia Sheinbaum.
Y es que basta echar un ojo a la Encuesta Nacional sobre Disponibilidad y Usos de Tecnologías del INEGI para coincidir con Roberto Heycher, un ex cargo de primer nivel en el IFE-INE, quien recuerda: “en el año 2021 existían 88.6 millones de personas mayores de 6 años usuarias de internet, lo que equivale al 75.6 % de la población en esas edades. Otro dato relevante es la velocidad de la expansión en el número de usuarios: en tan sólo 5 años creció 18.3 millones”.
Esto significa que prácticamente 8 de cada 10 mexicanos de esas edades estarían regularmente en contacto con un dispositivo electrónico. Y esa es la población objetivo de la estrategia de sus adversarios que buscan bajar la popularidad del presidente que todavía ronda en el 60% de aprobación.
Y repito, no se trata solo de afectar la imagen de un presidente que va de salida, sino afectar a quien a todas luces es el artífice de la campaña de la candidata de la coalición “Sigamos haciendo historia”, como lo acabamos de ver con el paquete de iniciativas de reformas que de aprobarse lo trascenderán o, al menos, será un testamento político que en caso de que Claudia obtenga el triunfo deberá continuar la obra con un segundo piso de la llamada cuarta transformación.
Seguramente, ya produjo un efecto en la franja de los indecisos y lo estamos viendo en los resultados de las encuestas de esta semana. Las empresas demoscópicas de Massive Caller y El Financiero, cierran la diferencia entre Xóchilt Gálvez y Claudia Sheinbaum entre un 8 y 9 por ciento. Nada que ver con otras empresas que ofrecen diferencias mucho mayores dejando perplejos a los lectores de encuestas que podrían estar dudando de la ventaja holgada de la candidata oficialista.
Pero volviendo al punto. El presidente López Obrador en una siguiente destacó que la llamada inteligencia artificial estará presente en las elecciones no solo de México, sino donde haya elecciones en este año que se calcula ocurrirán en 70 países y están llamadas a votar 4 mil millones de personas –incluido, por supuesto, Estados Unidos– convirtiéndose en una amenaza para las democracias contemporáneas. Lo que es mucho decir, cuando lo dice quien busca socavar las instituciones de nuestra democracia e instalar una suerte de neo Maximato rompiendo así el pacto político de la transición.
O sea, en este caso el presidente, al acusar a los promotores de la estrategia de bots no trata de defender nuestro modelo de democracia, sino blindar al proyecto de la 4T de manera que no le pegue en este proceso electoral a la candidata oficialista y a su proyecto político.
Sin embargo, nadie puede evitar que los mexicanos que tienen acceso a un dispositivo electrónico puedan ser persuadidos por los hashtags que se han multiplicado alcanzando a la candidata y a su coalición.
Y es que, a muchos mexicanos y extranjeros, hace sentido el hashtag #NarcoPresidenteAMLO, cuando ven cómo se mueven libremente los grupos del crimen organizado y asesinan a diestra y siniestra; cuando el presidente visita frecuentemente Badiraguato y han visto liberar a Ovidio Guzmán y saludar a la madre de Joaquín El Chapo Guzmán; cuando observan que la estrategia de seguridad de “abrazos no balazos” estuvo siempre destinada a ser un rotundo fracaso y no la ha cambiado pese a que ya se acumularon más de 177 mil homicidios dolosos, miles de desaparecidos y feminicidios, además, decenas de periodistas asesinados.
Entonces, no es como piensa el presidente, que alertando sobre el peligro que subyace a la inteligencia artificial es suficiente para contrarrestar las llamadas campañas de desinformación, cuando es sabido que las tecnologías no hacen magia sino se construyen sobre los cimientos de la realidad.
¿O acaso alguien podría decir con certeza que el crimen organizado no es una realidad cotidiana que enfrentan diariamente, y con incertidumbre, millones de mexicanos y que el gobierno, pese a tener todos los recursos materiales para combatirlos, no ha logrado desaparecer ni siquiera a uno de los cárteles domésticos que operan en el Estado de México, Guerrero, Michoacán o Guanajuato?
El presidente necesita convencer –y lamentablemente ya no tiene tiempo para hacerlo– que el cierre de la investigación de la DEA no fue por razones políticas, sino porque simplemente no encontraron nada que validara lo que decían los cinco testigos protegidos de la entrega de los dos, o más, millones de dólares durante la campaña presidencial de 2006; incluso, demostrar que ese dinero nunca llegó a los organizadores de la toma de avenida Reforma de la Ciudad de México para protestar por el “fraude electoral”.
En definitiva, al presidente López Obrador le están llegando misiles cada día más poderosos y destructivos de la imagen que él se ha creado y para los que no parece estar del todo preparado, como lo demuestra el uso de la misma retórica de siempre con sus llamados al pueblo a defenderlo, cuando el mundo ya cambió.