Monterrey.- Antes que nada, debo decirles que no soy asiduo lector de poesía, aunque sí de novela y cuento, por lo cual no me considero extraño a la poesía en general, sino a aquella que aparece en la forma de verso, lírica o composición libre. Sin embargo, eso no es obstáculo para que pueda yo apreciar las poesías excelentes, tanto aquellas en nuestro idioma o las traducciones. Tengo además la fortuna de tener amigos como nuestro estimado Marco Antonio, que cultivan este arte, tanto desde la academia o la profesionalidad, o bien desde el oculto placer de dar forma a las emociones y pasiones cotidianas en la palabra. Creo en la poesía como actividad creadora infinita que todo ser humano lleva dentro y manifiesta siempre en diversas formas; igualmente creo que la vida es generadora de imágenes que nos revelan sentidos y verdades que nos acompañan en nuestro tiempo secular. De esta manera, un texto de poesía nos abre a las experiencias y las imágenes generadas en diversas vivencias que nos encargamos de dar forma, una estructura, y que contienen sentidos, así como símbolos.
El texto “Prohibida verdad simbólica” de Marco Antonio Rivera Gutiérrez (Editorial Quintanilla/Gobierno Municipal de Saltillo, 2024) pertenece, en mi opinión, a una poesía que desentraña sentidos y da forma a un torrente de vivencias que identificamos con el amor y el desamor, une en imágenes plenas de color y sentimiento, estados varios del ánimo, arrebatos y sobresaltos, es una escritura que da forma al eros tanto como a la aniquilación; siendo yo un no lector de poesía, admito un magnetismo por la sonoridad desarrollada en los poemas vertidos en este texto.
Se trata, en mi punto de vista, de una poesía de la existencia, que nos permite sentir desde la posición del disfrute literario, el acercamiento a una verdad, pero un tipo de verdad que se refiere tal vez a una existencia rota, presa en el recuerdo. Encontramos así en los primeros versos de nuestro texto la referencia a la caída, la caída como una pérdida del amor, caída tiene un eco de la pérdida del paraíso para el humano, pero que se lee también como la pérdida de un paraíso terrenal donde hemos estado con quien amamos; expresa Marco Antonio:
En hilos retrospectivos
Un aroma de necesidad
Me invade
Y sufro indecibles ayeres
Que, aun así
Me hieren
Con muertas carcajadas
La caída está presente ya como un estado que nos duele y nos lastima, que toma forma de una carcajada. Muchas veces he pensado que el recuerdo o los recuerdos son materialmente fuerzas que pueden llegar a sentirse como cuerpos que nos hieren; tal es el pensamiento estoico sobre las pasiones, que bien puede equipararse el recuerdo con una pasión. Es notable que Marco Antonio maneja con un estilo que transmite dolor, tristeza, pero también una melancolía no falta de tristeza o bien de una congoja, que es el sentimiento de un desamparo ante lo inevitable. Aquí una reflexión que me ha surgido al leer “La triste sonata del desprecio”, segundo poema en el texto, que habla del rechazo, del asalto del invasor que irrumpe y nos cancela del amado o la amada:
Pero aparece él
Cargado con espejos invasores
Que reflejan furtivas alegrías
Y promesas de felicidad completa
Que tú, ingenuo amor, le crees
Se habla aquí de una vivencia bien conocida, cercana a todo ser humano que se ha comprometido en una relación amorosa: Marco Antonio logra dar forma a todo ese abanico de pasiones humana que nos suceden, que salen a cada paso de nuestra existencia, dotando de un color, un bosquejo, que utiliza frecuentemente la luz, el espectro y la figura para dotar de un dramatismo moderado esa vivencia. Luego también en esta misma parte, Marco Antonio nos habla de una idolatría simbólica, que solo da en cambio una nada, una imagen que otorga un sentido a la pena del rechazo, elaborando sobre ello símbolos, poesía a fin de cuentas que se encamina a poseernos con su sonido. Puedo pensar también que la época del ruido, del absurdo parloteo de las máquinas y monitores, o bien la publicidad y la simplicidad idiota del entretainment mediático, donde ahora añadimos los hilos de las redes sociales, cargados de visceralidad, odio y resentimiento, respirar la poesía es sin duda un bálsamo apreciado que es menester acercar a nuestras mentes y cuerpos. Digamos entonces que encontramos en la poesía que nos ofrece Marco Antonio este bálsamo, que sublima en favor de la creación aquello que los seres humanos vivimos como angustia, temor, resentimiento, y que lo descargamos en formas violentes, verbales e incluso físicas.
Por otra parte, debo expresar mi sorpresa con los procedimientos que me parece son puestos en marcha por la poesía que nos ofrece Marco Antonio. Hablo por ejemplo de la modulación. Este último término, utilizado más bien en la tecnología, incluso, en una interesante filosofía de la tecnología, como la de Gilbert Simondon, aparece en la manera que se nos transmite en Simbólica verdad prohibida, una variación modular sobre un objeto o vivencia cuando desenvuelve una idea sobre las vivencias de donde se nutre su poesía; tenemos en el poema “Desesperanza” este desarrollo:
La mariposa llora
Sobre otra piel
Tus letras
Que se me escapan hoy
Aunque no tuve nunca
Y prosigue:
Fueron míos los cantos
De tus alas
En sueños
Y no te tuve más
Que lluvia entre los dedos
Aquí aparece la pérdida como disolución que ya es llanto ahora viento, la modulación mueve de una imagen a otra, moviendo con ello el sentimiento de la partida. Es así que un procedimiento, en el cual yo creo ver un tipo de sensibilidad muy particular, asoma en los poemas que componen el texto de Marco Antonio.
Encontramos también en los versos el anhelo o deseo que supere el tiempo, que nos habla de un traslado a otros espacios donde el amado es transfigurado en una estatua, objeto de contemplación. Incluso, la analogía que encuentro es pictórica, específicamente la obra de G. Chirico, donde estatuas y calles bañadas de luz, transcurren en un tiempo metafísico, la adoración toma forma de una pasión, los amantes discurren en un tiempo bañado de luz, donde increíblemente se resisten a la abducción por parte de la luz; es una imagen interesante y donde se suplica por la existencia, o bien por la inmanencia del deseo:
Estatua estás aquí
Príncipes en la alcoba
Te plasmas sobre mí
Esa luz no nos roba
Igualmente, en otro sentido, puesto que estamos ante un texto que puede recibir variadas lecturas, se trata del fugaz encuentro de los amantes que se quieren ocultos y permanecer en el momento, podemos ejercer una lectura en una clave simbólica o hasta metafísica, o bien una más mundana propia de las vivencias de un amante.
Quiero señalar para cerrar, que tanto la modulación y la sublimación es algo de filosofía que he encontrado en la lectura de los poemas de Marco Antonio. De antemano me disculpo por una lectura que puede pecar de intelectualista, más bien que literaria o estética. Pero creo que esa es precisamente la riqueza de un texto como el que hoy nos convoca: la pluralidad de sentidos; y más que nada, poesía en su sentido más genuino; me queda entonces invitar a leer estos poemas de arrebato y pasión, que bien pueden ser el reflejo de nuestra cultura, de velocidad, de pasiones evanescentes, de rapidez y finitud vivida con alegría, pero también con desencanto. Pero todo ello, como demuestra Marco Antonio en su poesía, puede ser convertido en arte.