Monterrey.- Laila es una jovencita española que durante el verano, previo a su ingreso a la universidad, consigue trabajo de mesera en el Centro Europeo de Investigación Nuclear (CERN). La pluma de Sonia Fernández Vidal nos dibuja en su bella novela “Quantic Love”, un ambiente poblado de genios de la física, aderezado por hechos "mundanos",
Les comparto algunos pasajes de este hermoso texto de ciencia ficción:
-Angie: Lo has hecho algunas vez con dos tipos Laila?... Yo jamás, Es prácticamente imposible que coincidan dos bombones en un mismo espacio y tiempo. Primera lección de física elemental.
-Laila: Me fascina la capacidad que tiene Angie para detenerse en medio de una explicación de Física de Partículas, soltarme un chisme amoroso de algún compañero de clase y, tras una carcajada, seguir con la demostración matemática en el punto exactamente dónde se había interrumpido.
-Laila: ... Un joven físico de poco más de veinte años expresaba ante un auditorio del CERN: Estudiamos las partículas que forman la materia, así como las fuerzas que actúan entre ellas: La gravitacional, la electromagnética, y las fuerzas nucleares fuerte y débil.
-Creo que se olvida de una, joven profesor -le interrumpió una viejecita con una amplia sonrisa-, Ha olvidado nombrar la fuerza más poderosa de todas: El amor.
-El joven conferenciante enrojeció, parecía un estudiante sorprendido en la única materia que no había estudiado. Su reacción ante aquella pregunta inesperada lo mostró de una calidez que lo hacía atractivo. Tras recuperar la compostura dijo:
-Puesto que soy soltero, tal vez eso signifique que no he sido capaz de resolver aún la ecuación del amor, añadió guiñando un ojos a la anciana-. Es una incógnita que ya tendré tiempo de despejar. Ahora, por lo pronto, vayamos a conocer el LHC (Gran Colisionador de Hadrones), nuestro orgullo en el CERN.
LHC es un acelerador de protones situado a cien metros bajo tierra en Suiza, mide 27 kilómetros de circunferencia. En el LHC se aceleran dos haces de protones en sentido contrario a velocidades cercanas a la de la luz. A lo largo del LCH hay detectores de las partículas que se forman al colisionar los protones. Es así como fue descubierto el bosón de Higgs, llamada “La partícula divina” por ser la que dota de masa a las demás partículas.
La simpática inocencia de Laila se evidencia cuando menciona la maravillosa ecuación de Schrodinger, modelo matemático por el que el físico austriaco Erwin Scrodinger ganó el Premio Nobel de física en 1933. Laila encontraba fascinante el experimento mental del gato que está vivo y muerto al mismo tiempo (el famoso gato de Schrodinger). Sin embargo, lo que más le sorprendía de este genio era su interés por las mujeres, “interés” que combinaba con su dedicación por la mecánica cuántica. “Las malas lenguas” dicen que Schroodinger no desarrolló su maravilloso ecuación en un aburrido laboratorio, sino en un romántico hotel de los Alpes Suizos, lugar que frecuentaba con distintas mujeres. El día que culminó sus investigaciones acerca de la ecuación que establece que el valor de la función de una onda asociada con una partícula en movimiento está relacionado con la probabilidad de encontrar la partícula en el mundo, Erwin disfrutaba de la compañía de una hermosa joven, tal vez eran dos. Y es que Schrodinger sabía lo que era estar en dos lugares a la vez, o en todos, como lo establece su ecuación.
El “mundo de la Física Moderna” es apasionante, en él se buscan las leyes del Universo, se escudriña en la estructura de la materia y en la maravillosa relación entre masa y energía, dos manifestaciones de una misma realidad.
Entre partículas que superan la velocidad de la luz y otras que revelan el origen del Cosmos, Laila descubre que la ciencia puede ser sexy y que “El amor es la energía más poderosa del Universo”.