GOMEZ12102020

Quirino Ordaz Coppel, embajador de México en España
Ernesto Hernández Norzagaray

Mazatlán.- La designación del exgobernador de Sinaloa como nuevo embajador de México en España, no fue un mero trámite administrativo. Desde antes estuvo envuelto en dos brumas mediáticas: una, la que surgió desde el momento en que AMLO invitó al todavía gobernador para que cuando dejara el cargo hiciera maletas para irse a Madrid a lidiar con los toros que las peticiones del presidente había soltado, y no precisamente en el coso de Las Ventas, sino en el corazón político de España; esto es, en los Palacios Real y la Moncloa; y si esto es mucho, ahí estaban también los toros sueltos de Insurgente sur en la Ciudad de México y algunos en Sinaloa.

No son tiempos de transiciones fáciles y lo sucedido estaba previsto, Morena como partido en el poder, y sobre todo porque quien manda ex oficio lo había palomeado, quizá eso hubiera hecho innecesario el discurso meloso y un feminismo fuera de lugar de la senadora morenista Bertha Caraveo, que se desbordó en elogios cuando señaló que Quirino Ordaz: “Comparte los valores de la lucha por la igualdad sustantiva entre los individuos, pero sobre todo, y como lo desearía Benito Juárez, también entre las naciones”; menos excedida fue la diputada petista Cecilia Pinedo, quien señaló burocrática y formalmente que la distinción en el nuevo encargo es: “un reconocimiento a su trayectoria, experiencia y resultados, incorporando en funciones de Estado a los mejores mexicanos independientemente de su origen”.

Así que las voces críticas vinieron de los senadores del todavía su partido, el PRI, cuando Miguel Osorio Chong, el coordinador del tricolor en la cámara alta, afirmó que el rechazo es producto de que “no entregó buenas cuentas al PRI” en las elecciones estatales. Una expresión que huele a un reclamo por traición, de que Quirino jugó a que en Sinaloa ganara Morena y su aliado, el PAS, aun cuando los pronósticos siempre fueron favorables al partido del presidente; y quizá eso también explica el voto en contra del senador Mario Zamora, quien recordemos fue candidato a gobernador por la alianza PRI-PAN-PRD. Este argumento es más convincente que el de una cuestión de disciplina partidaria, que si hubiera sido unificada tendría algo de razón, pero los senadores priistas votaron siete en contra y cinco se abstuvieron.

Pero bueno, aquello quedó para la memoria del Senado y del PRI; ahora es momento de reflexionar sobre la agenda que llevará en su portafolio el embajador Ordaz Coppel; el sentido común nos dice que serán de tres tipos:

Una, de entrada, lavar la imagen del México obradorista, que está plagada de malas noticias y cuestionamientos al presidente López Obrador, sea de la derecha o líderes de opinión liberal;

Dos, el llamado “perdón” que solicitó el presidente López Obrador al rey Felipe VI, por los crímenes cometidos por los españoles durante el proceso de conquista y colonización de los pueblos originarios; y

Tres, a mi juicio el más importante, racionalmente, que es el de los inversionistas españoles en nuestro país.

Hasta ahora, el obradorismo ha tenido poca y mala prensa en España: los grandes medios de comunicación prácticamente no lo tienen en su radar informativo y cuando sucede es por malas noticias. Como lo constatamos recientemente en la RTVE y el diario EL País, con los casos de la llamada Casa Gris, que muestra al hijo del presidente teniendo un estilo de vida por encima del relato de la austeridad; y no menos ventilado, han sido los sucesos trágicos del estadio de La Corregidora en Querétaro.

Quirino en ese sentido deberá ir preparado para salir bien librado de una prensa muy directa y a la que no le hacen mucha gracia lo que define como populismo de izquierda. No será fácil para un político formado en el PRI neoliberal y pragmático. Quizá por eso, los senadores morenistas en las entrevistas previas al ungimiento fueron, nos dicen, muy insistentes en que el embajador debería ir a defender las políticas y posiciones de la 4T. Quirino tiene a su favor que no es un político engorroso, sino que es directo; y eso bien administrado, puede servirle mucho, por la forma de ser igualmente directa de los españoles.

El lugar del “perdón” por los agravios cometidos en la etapa colonial no será, seguramente, al menos de entrada, el centro de preocupación del embajador por razones obvias; la distensión de los ánimos de confrontación es la principal tarea para ir a lo otro: crear un canal de comunicación fluido con los factores reales de poder, porque en la medida que se logre, podrá ampliar la agenda de la embajada.

Nada fácil cuando los focos de atención están en la participación de España en la guerra de Ucrania. Donde, hay que decirlo, España como miembro de la OTAN tiene una postura completamente distinta a la México en materia de auxilio de las fuerzas militares que apoyan al presidente Volodímir Zelenski. Y que esperemos no sea un elemento que agudice las diferencias entre ambas naciones.

Finalmente, cuando AMLO decidió invitar a Quirino Ordaz como embajador de nuestro país en España, tomó en cuenta el perfil de empresario turístico, ya que eso es de fundamental importancia para establecer canales de entendimiento con quienes son los pivotes de la segunda economía extranjera en nuestro país.
Difícilmente un político-político, generaría una atmósfera de confianza para discutir sin prejuicios los temas de la relación económica bilateral. Quirino es un empresario promedio en su pragmatismo y sabe administrarse.

Está demostrado en su paso por el gobierno de Sinaloa que a los problemas había que buscarle salidas rápidas, económicas, duraderas; o simplemente, si no se podía, dejarlos de lado. Y en específico, en el renglón turístico, que lleva en su agenda el incremento y la diversificación de los flujos de inversión para de esa forma traer mayores caudales de turistas.

Por último, no puedo dejar de mencionar que los esfuerzos y logros del ya embajador dependerá mucho del apoyo que reciba del presidente López Obrador en las conferencias mañaneras, porque lo que pueda lograr de mejoría en las relaciones bilaterales puede lastimarse, caerse, con una declaración tremendista, por más que sea esgrimido el tema de los principios. La embajada empieza, hay que decirlo, en ese púlpito matutino.

Al tiempo.