Monterrey.- Tuvimos la suerte de contar con excelentes maestros de física que hacían de su enseñanza toda una actividad cautivadora. Quien no recuerda las amenas exposiciones del doctor Bernabé Luis Rodríguez Buenrostro quien hacía de la clase de física todo un show que nos mantenía cautivos. Sus clases teórico- prácticas jamás aburrían. En ellas pasaba de lo divertido a lo formal, de la demostración práctica a la conceptualización teórica y a la formulación matemática. Muchas de las leyes de la física poco o mal explicadas en los libros de texto, el doctor Bernabé las esclarecía. Por él conocí la simpática narración que, poniendo algo de nuestra cosecha le hemos titulado:
El asno mañoso y la Tercera Ley de Newton
“Hubo una vez un burro que en sus ratos de descanso le gustaba estudiar física. Cuando aprobó los temas de mecánica quiso aprovechar sus conocimientos para flojear. Entonces dijo a su dueño: -Es una tontería que me amarre a su carro para tirar de él, ¿acaso no conoce la tercera ley de Newton? Y qué dice la tercera ley de Newton -contestó el dueño-. Entonces el astuto asno expresó adoptando una actitud de gran conocedor - La tercera ley de Newton es la que nos habla de las fuerzas de acción y reacción, y dice así-:
-A toda acción se opone siempre una reacción igual, es decir, que las acciones mutuas de dos cuerpos son siempre iguales y dirigidas en sentidos contrario según el libro de un tal Resnick que llevan los estudiantes de la Normal Superior Profr. Moisés Sáenz Garza.
De tal manera –continuó el mañoso borrico- que si yo tiro del carro con una determinada fuerza, este tirará de mí con una fuerza igual, pero de sentido contrario. Así que para qué me esfuerzo, si de todas formas la tercera ley de Newton me impide mover el carro.
El campesino, que de física no sabía nada pero sí de lidiar con pollinos mañosos, avanzó hacia el carro y dio una patada al burro en toda la quijada, que le hizo moverse y olvidarse de malas interpretaciones de las leyes de Newton.
La tercera ley de Newton, que el burro había estudiado y que quiso utilizar como argumento para no mover la carreta, establece que las fuerzas acción-reacción interactúan siempre en direcciones opuestas, y también nunca actúan sobre el mismo cuerpo sino sobre cuerpos diferentes. Es así como la fuerza que aplica el burro la hace sobre el suelo, quien lo empuja hacia adelante con una fuerza de reacción, entonces sobre la carreta actúa una fuerza de acción que se opone a una fuerza de fricción. La carreta se mueve cuando la fuerza de fricción ejercida por el suelo sobre las pezuñas del burro sea mayor que la fuerza ejercida por el suelo sobre la carreta. Una vez que se mueve la carreta, la fuerza que el burro ejerza sobre el suelo puede ser igual que la fuerza de fricción de la carreta, y así se moverá a velocidad constante. De lo contrario, si se sigue aplicando la misma fuerza, habrá una resultante que acelerará la carreta, es decir, su velocidad aumentará.
El campesino no discutió con el mañoso pollino dándole un tremendo azote en el lomo que lo hizo acelerar la carreta y esta aceleración la determina la Segunda Ley de Newton, pero esa es otra historia.