Mazatlán.- Ricardo Monreal, el 15 de diciembre de 2022, votó racionalmente en contra del llamado Plan B y lo justificó diciendo frente al voto mayoritario de su grupo parlamentario: “Afirmo y sostengo que algunas de las normas que pudieran aprobarse esta noche pueden alejarse de los principios constitucionales y esa es mi defensa. Soy legislador y es un honor y un privilegio serlo; soy académico y asumo con integridad lo que enseño en las aulas de la División de Estudios de Posgrado de la UNAM, y soy político, servidor público, que corre riesgos y asume compromisos con la sociedad”.
Han transcurrido menos de cinco meses de aquella votación que nunca debió ocurrir en el Senado de la República y menos de cuando la oposición partidaria, interpuso ante la Suprema Corte de Justicia, acciones de inconstitucionalidad porque se violentó el procedimiento legislativo y esta semana, ese órgano supremo, resolvió en el sentido previsto sin necesidad de entrar al fondo sobre la constitucionalidad de la primera parte del Plan B -mejor, es de esperar, que la segunda parte igualmente sea revocada porque adolece de la misma falla del proceso legislativo.
Sin embargo, cuando se esperaría que el líder de la Jucopo del Senado de la República ratificara sus convicciones democráticas sale a amagar a los ministros ante la prensa cuando señala penosamente: “El Poder Legislativo tiene facultades de control parlamentario sobre los ministros de la Corte, lo que sucede es que no las hemos ejercido … Este Senado o el Congreso nombra a los ministros de la Corte y tenemos la facultad de citarlos a comparecer y también, tenemos un recurso que es el juicio político, en caso, de que se vulneren principios fundamentales de la Constitución y se reitere sistemáticamente la violación o la invasión de facultades de otros poderes”.
No hay que dar muchas vueltas para darse cuenta del cambio de postura, un cambio radical de 180 grados, el académico ya “no asume con integridad” lo que enseña en la UNAM y queda expuesto el político que responde a la lógica del poder, al sentido de cuerpo alrededor del presidente López Obrador, aquel por el que diría días antes, que “prefiere no tener nada, a traicionar” a su líder político.
En este cambio de postura algo tiene que ver los señalamientos de la oposición de que nunca les había notificado sobre el cambio de sede para aprobar las 20 reformas constitucionales y reglamentarias y aquella foto, si aquella foto, donde aparece muy sonriente al lado del presidente López Obrador, muy criticada en los medios porque no parecía corresponder a alguien que en los últimos dos años no fue requerido, ni recibido, en Palacio Nacional.
O sea, la probable mentira que expresó ante los medios -y, especialmente, en una entrevista larga que concedió al periodista Ciro Gómez Leyva- y la foto a la izquierda de López Obrador tienen que ver con el cambio de postura del legislador morenista.
Carolina Viggiano Austria, diputada del PRI, le preguntó certeramente que tenía que ver la decisión de la Corte con los privilegios de sus ministros -que, dicho de paso, son autorizados por la Cámara de Diputados en el Presupuesto de Egresos de la Federación- la respuesta fue extrañamente retórica afirmando que en el Poder Judicial esta instalada “una casta llena de privilegios” que va en contra de la austeridad republicana.
Es decir, no contestó a la interrogante planteada por Viggiano Austria, y se salió por la tangente, lo que deja entrever la molestia en Palacio Nacional y el llamado presidencial al orden y a la unanimidad en todos los niveles de representación política donde está Morena -que es total.
El líder del Senado era la última pieza de resistencia en Morena parlamentaria aquella que no hace mucho escuchábamos decir: “en el Senado de la República, en la revisión de las reformas, actuaremos con responsabilidad bla, bla” -algunos dirán que, con esta interpelación, terminó su juego zigzagueante en su búsqueda por la nominación presidencial en 2024 y ahora, ha sido, penosamente sometido al poder presidencial.
Se le leyó seguramente la cartilla y no es difícil imaginar cuando el presidente le habló claro con un, “muestras disciplina o estás fuera del juego de 2024” y en esas, esta disciplinado, acatando como los gobernadores morenistas sin hacer gestos a la línea de Palacio Nacional y, así, habrán de seguir de aquí hasta que termine esta legislatura.
Y la primera acción del líder parlamentario es ir contra los “20 privilegios” de los ministros de la Corte, es decir, socavar su credibilidad, después de la decisión independiente de nueve contra dos para declarar inconstitucional la primera parte del llamado Plan B a sabiendas, que no tiene mayoría absoluta para un juicio político y menos, para cambiar la Constitución, y que los ministros sean cargos de elección popular.
Monreal, pierde lo ganado y se exhibe contra lo que siempre ha pregonado, que es un hombre de Estado para convertirse por las rendijas del poder como una suerte de porro legislativo que está al servicio de un poder autocrático.
De ese tamaño es la reversa de este personaje que en algún momento muchos creyeron que era la parte razonable de Morena y qué podría ser el candidato presidencial y de la reconciliación nacional.
Su futuro, si antes de estas declaraciones era incierto por la lejanía con el Príncipe de Palacio hoy, su cercanía, aunque sea fotográfica, está del lado más oscuro de la política.
No se ve por donde pueda salir bien librado y ya sabemos que estos personajes que tiene el don la ubicuidad política siempre terminan mal, despreciados dentro y fuera de su partido.
En definitiva, me preguntó sobre el galimatías constitucional que tendrá que elaborar para explicar a sus alumnos críticos su giro político y evadir una explicación desde la política, la realpolitik, transitar de Montesquieu a Maquiavelo.
Finalmente, para salir de este texto las preguntas que muchos nos planteamos, ¿qué y cómo se lo exigió AMLO? y ¿Quién entiende a Ricardo Monreal? Levanten la mano.