PEREZ17102022

¿Qué tanto es tantito?
Samuel Schmidt

Austin.- El equipo de campaña de Laura Beristaín (candidata a presidenta municipal de Solidaridad) le demostró a las autoridades electorales, a todas ellas, que había habido malos manejos en la campaña contraria, y los funcionarios con toda su sabiduría determinaron que en efecto las irregularidades se habían presentado, pero NO eran suficientes para alterar el resultado de la elección; ¿cómo sabían o determinaban esa suficiencia, es un misterio, pero qué tanto es tantito?

La manipulación electoral para elegir a Felipe Calderón fue ¡solamente! medio punto porcentual; o sea, que ganó por tantito, tal vez porque debido a que los resultados (PREP) eran públicos, costaría trabajo alterar los resultados en una cantidad mayor.

Escucho a expertos en los medios que analizan encuestas electorales y determinan que los candidatos se encuentran en el porcentaje de error o estadísticamente empatados. El margen de error en una encuesta se determina por el porcentaje que falta para reflejar la opinión de toda la población. Si una encuesta tiene un 3.5% de margen de error, no quiere decir que esa sea la diferencia entre los candidatos, o que haya un empate estadístico, sino que esa es la diferencia de lo que opina la gente encuestada, si un candidato está dos puntos de diferencia, esa es la diferencia en la encuesta, suponiendo que la encuesta está bien hecha.

Pero resulta que hay fallas en las encuestas, no porque la estadística mienta, sino porque se manipula, para que los resultados digan lo que se quiere que digan.

Macario Hernández demuestra que en México la manipulación en las encuestas es práctica común y se ha llegado a un nivel de manipulación de 8%.

En las elecciones pasadas en Brasil, muchas encuestas daban por liquidado a Bolsonaro; y este logró pasar a la segunda vuelta, demostrando el error de los encuestadores.

Los errores o manipulaciones de las encuestas es muy compleja, y va desde cómo se pregunta y qué tipo de población se escoge para ser encuestada. En ocasiones, aunque la muestra de la encuesta esté bien hecha, la gente se rehúsa a responder.

En una ocasión realicé una encuesta telefónica para una elección en Tlaxcala, y resaltaron varias circunstancias no medidas. La gente estaba harta de las encuestas, las que seguramente abrumaron a un Estado tan chico, así que tuvimos un porcentaje elevado de mentadas de madre; nuestros resultados no coincidían con otras encuestas y fueron erróneos, porque el candidato que mandó a hacer la encuesta perdió la elección, aunque ganó la encuesta. Hice una encuesta en Ciudad Juárez que dio resultados totalmente distintos al resultado electoral, porque uno de los coordinadores forzó a los encuestadores a marcar las cédulas de acuerdo a sus preferencias priistas.

Puede darse el caso que el cálculo estadístico esté bien hecho y la metodología de aplicación sesgarse.

Nada de esto implica que por definición las encuestas sean un instrumento no confiable, sino justamente todo lo contrario: la estadística es una ciencia que ayuda a entender muchos fenómenos y los sociales no son la excepción; lo que requerimos es educar a la sociedad sobre la colaboración a participar en las encuestas y confiar en los resultados basados en la estadística; así también debemos esperar que los encuestadores sean honestos y tratar de evitar las manipulaciones cuya finalidad es engañar.

Manipular resultados estadísticos en una campaña de publicidad puede costarle a quien ordenó el estudio; pero manipular resultados sobre procesos políticos es un camino directo al conflicto. Si alguien se creyó la encuesta que decía que su candidata ganaría y los resultados muestran lo contrario, seguramente peleará por esa discrepancia.

En 2006, las encuestas decían que AMLO ganaría; los resultados del PREP, que es un conteo preliminar y no probabilístico, hasta casi la medianoche lo ponían por arriba, pero perdió. Los ejercicios matemáticos sobre la elección mostraron que justamente a esa hora se manipuló los datos para darle el triunfo a Calderón, de ahí que el potencial de conflicto haya sido elevado, llevando desde la oposición a que tomara posesión y hasta grupos dispuestos a una insurrección armada. Porque cuando se defrauda una elección, qué tanto es tantito es mucho.