Ciudad Victoria.- A finales de la década de los cuarenta del siglo pasado, llegó a la capital tamaulipeca el joven y talentoso fotógrafo Rafael Arreola Martínez (Saltillo, Coahuila/1912–Ciudad Victoria, Tamaulipas/2000), en compañía de su esposa Felipa de Jesús Contreras Palacios (Fela), procedentes de Linares, Nuevo León. Durante su adolescencia soñaba convertirse en piloto aviador, sin embargo, gracias a la influencia de su padre don Rafael V. Arreola, dedicado a la fotografía profesional, a los diecisiete años de edad decidió ejercer el oficio de su progenitor.
Paralelamente, a partir de 1928 lo apoyaron en su formación los fotógrafos Luis Suárez y Mario Sosa, de Monterrey. Estos personajes, expertos en la lente, le obsequiaron un “Chembes”, considerado el símbolo de distinción de quienes ejercían la fotografía. Se trataba de una corbata negra en forma de moño, que también portaban los artistas de aquella época.
Don Rafael V. Arreola (1884), de origen regiomontano, fue hijo de Antonio Villarreal y Dolores Arreola, considerado uno de los fotógrafos más importantes del noreste mexicano. Contrajo matrimonio con Juana Martínez y en 1907, en el marco de la doctrina mutualista, fundó junto a otros colegas la Sociedad Fotográfica de Monterrey. El principal objetivo era “…promover el adelanto de dicho arte y formar lazos de verdadero compañerismo y fraternidad entre sus miembros.” Los encargados de redactar los estatutos y reglamentos fueron Indalecio Garza, Jesús R. Sandoval, Alfonso Cuéllar y Benjamín López.
Otro de los propósitos consistía en actualizarse profesionalmente, de acuerdo a los adelantos fotográficos de aquella época, dominados principalmente por la empresa comercial Kodak. Bajo estas circunstancias, en enero de 1908 enviaron al gobernador de Nuevo León, general Bernardo Reyes, una solicitud para la donación de libros especializados que adquirieron en las casas J. Ballesca y American Photo Supply, de la ciudad de México.
Por esos años fue empresario de teatro en Saltillo y Monterrey, donde actuaron María Conesa y Emma Duval. En marzo de 1919 creó y fue el primer director del Departamento Fotográfico de la Penitenciaría de Monterrey. Para ello se dotó de aparatos, placas y demás instrumentos para el buen funcionamiento de dicha institución, a cargo del “…viejo y competente fotógrafo.”
Luego de contraer matrimonio en la ciudad regiomontana, en 1947 Rafael y Felipa decidieron trasladarse a Ciudad Victoria, donde instalaron el Estudio Fotográfico Rafael, en la calle 12 Hidalgo y Morelos. En la decisión de cambio de residencia de la pareja, estuvieron involucrados sus amigos Jorge Gattás y Elías Charur, a quienes conoció durante su estancia en Linares, Nuevo León, donde era propietario de un estudio fotográfico.
Dos años después, reubicó definitivamente su negocio en Hidalgo 12 y 13 del centro de la localidad, donde permaneció más de cincuenta años en actividad. Desde entonces, gracias a su profesionalismo se convirtió en el fotógrafo preferido en todos los trámites administrativos y eventos sociales de los victorenses, relacionados con bodas, bautizos, primeras comuniones, confirmaciones, cumpleaños, pasaportes y graduaciones.
Al mismo tiempo se convirtió en fotógrafo oficial de algunos gobernadores y presidentes municipales de Tamaulipas, entre ellos el general Raúl Gárate Leglú. Durante el período de inscripciones y graduaciones escolares, era común apreciar en la calle Hidalgo, largas filas de alumnos dispuestos a tomarse fotografías en diversos formatos, propios de credenciales, certificados y títulos universitarios. Uno de los contingentes más llamativos eran los estudiantes de la Escuela Industrial Álvaro Obregón, quienes llegaban acompañados marcialmente al son de cornetas y tambores de la banda de guerra.
Dentro de las numerosas cámaras fotográficas que utilizó a lo largo de su carrera, destaca una muy rara de enorme formato, especial para estudio, adquirida en Estados Unidos, de la marca Anthony Company, manufacturada en Brodway, Nueva York. Actualmente esta joya probablemente de finales del siglo XIX, se encuentra en exhibición en la residencia de su hija Perla Arreola Contreras.
Para entonces dominaba diferentes técnicas relacionadas con la fotografía, entre ellas el retoque de las imágenes impresas. Además, en 1935, gracias a las enseñanzas de su padre, quien falleció el 19 de marzo de ese año, pintó su primer retrato a mano sobre una copia, utilizando pintura de café vegetal. En aquel entonces acababan de aparecer las primeras películas en tecnicolor. Tres años después, en 1938, se hizo cargo del negocio fotográfico familiar, uno de los principales de Monterrey, que para entonces se encontraba en uno de sus mejores momentos en cuanto al desarrollo industrial.
Vale decir que ciertas ocasiones, para lograr un trabajo de alto nivel, además del dominio del revelado era indispensable el uso de sustancias, como la luz de magnesio, en lugar de flash. Aurelia de la Fuente, experta en la crónica social, lo entrevistó para el periódico La Verdad, el 29 de mayo de 1985. Entre las anécdotas que narra don Rafael, una se relaciona con la preparación “…de sustancias químicas, estudiar el tipo de luminosidad en los lentes, capacidad y profundidad de foco y las características de las personas. Tener que salir muchas veces corriendo de la iglesia, después de retratar a los novios, para llegar a tiempo al estudio.”
A lo largo de su carrera, realizó trabajos fotográficos en Monterrey, Saltillo, Linares y Galeana. En este último lugar recorrió parte de la sierra acompañado por varios guías liberados temporalmente de la penitenciaría. Al terminar su tarea, los convictos le pidieron que enviara al penal de Galeana algunas copias fotográficas.
En Ciudad Victoria se le recuerda por su presencia en diversas actividades deportivas, donde dejó imborrables recuerdos históricos a través de imágenes en blanco y negro, de personajes relacionados con la lucha libre, box, toros y beisbol. Lo mismo tomó fotografías a los actores Eulalio González (El Piporro), Maruca Pérez, Pepe Guízar, Arturo de Córdoba, Agustín Lara, Mario Moreno (Cantinflas), Los Churumbeles de España y Julio Alemán, entre otros. Además, incursionó en actividades periodísticas; por ejemplo, laboró en El Porvenir de Monterrey y fue fotógrafo corresponsal en Victoria del periódico El Mundo de Tampico.
Rafael Arreola estuvo estrechamente ligado a la vida cotidiana de los victorenses, donde radican sus hijas Perla Silvia y Myrna Alicia. En 1953 le correspondió dejar testimonio fotográfico del incendio del Mercado Argüelles. Fundó y perteneció a la Unión de Fotógrafos Victorenses, durante varios años presidida por Américo Gracia. Prácticamente, entre los años cuarenta y finales del siglo XX, la mayoría de los habitantes de esta ciudad posaron para la cámara de este fotógrafo, quien dejó un legado histórico y cultural. Durante veinte años, su hija Perla Arreola y su esposo Luis Rodríguez Grajeda atendieron el Estudio Fotográfico Perla, en la calle Carrera Torres 13 y 14.
(Arturo Ávila/Roberto Ortiz Giacoman/Unión, Arte y Progreso/Revista Alquimia/versión digital/; entrevista a su hija Perla Arreola Contreras/Ciudad Victoria/12 de julio de 1014/; Don Rafael Arreola Martínez. Todo un Señor de la Fotografía/Aurelia de la Fuente/periódico La Verdad/29 de mayo/1985; periódico El Porvenir/marzo 13 de 1919.)
* Cronista de Ciudad Victoria.