Al analizar la forma en la que países como Estados Unidos e Inglaterra enfrentaron con gran dificultad la pandemia del COVID 19, encuentra que, en ambos países, en los últimos cuarenta años, se ha ido debilitando la capacidad de gobernar y conducir la gestión pública.
Se ha promovido la privatización, confiando a las empresas privadas la solución de problemas de orden público, “…dejando a los gobiernos con menos opciones, aferrándose incluso a panaceas tecnológicas irrealistas, como la inteligencia artificial o las ciudades inteligentes”.
Y los gobiernos “… se han creído la ideología de que su papel es simplemente arreglar problemas, no alcanzar objetivos audaces”. El problema no es el ‘Gobierno grande´ o el ‘Gobierno pequeño´. El problema es el tipo de gobierno: qué hace y cómo lo hace.
El Gobierno puede y debe guiar la dirección de la economía, servir como “inversor de primer recurso” y asumir riesgos. Puede y debe conformar los mercados para que cumplan un propósito.
Mazzucato señala que hoy en día el mundo se enfrenta a una gran cantidad de retos diferentes y destaca el compromiso que, en el 2015, asumieron 193 países, para abordar 17 “ambiciosos objetivos de desarrollo sostenible” en el contexto de las Naciones Unidas. Se fijó como plazo para abordar estos problemas el año 2030.
La autora considera que para encarar eficazmente estos problemas se requiere de un nuevo planteamiento, muy diferente a las asociaciones público-privadas que se tienen ahora. “…repensar por completo para qué sirve un gobierno y las competencias y capacidades que necesita”.
“Pero, más importante aún, depende de qué clase de capitalismo queremos construir, de cómo articular reglas, relaciones e inversiones de modo que todo el mundo pueda prosperar y se respeten los límites del planeta”.
“Se trata de crear una economía basada en soluciones, centrada en los objetivos más ambiciosos, los que de verdad son importantes para la gente y el planeta”.
Mazzucato considera que es necesario transformar el Gobierno desde dentro y fortalecer sus sistemas: sanidad, educación, transporte o medio ambiente, al mismo tiempo en que se redirige la economía. Se requiere fomentar la colaboración entre las organizaciones públicas y privadas –compartiendo riesgos y recompensas–“en la solución de los problemas más apremiantes de nuestro tiempo”.
Modificar la misión del Gobierno resulta difícil, ya que la “economía neoliberal”, la impulsada por Thatcher y Reagan y que se extendió por buena parte del Mundo occidental, continúa teniendo una influencia importante en las ideas. Al Gobierno se le ocupa en arreglar los desastres, mediante rescates o políticas redistributivas, en lugar de buscar una forma diferente de crear riqueza.
Mazzucato propone que el Gobierno provoque reacciones en toda la sociedad, para hacer frente a los desafíos sociales, actuando como un socio de las empresas; ofreciendo recompensas claras a las empresas que estén dispuestas a ayudar en la solución de los grandes problemas y aportando las inversiones de alto riesgo que las empresas suelen rehuir.
El mejor ejemplo de este tipo de acción de Gobierno es el Programa Apolo. El Presidente Kennedy se fijó un objetivo: lograr algo verdaderamente extraordinario (llevar el hombre a la Luna y regresarlo a la tierra). “Para llevar a cabo la misión Apolo hubo que resolver cientos de problemas complejos. Algunas soluciones funcionaron, muchas fallaron”. Todas fueron el resultado de una estrecha colaboración entre Gobierno y empresas: una asociación con un propósito estratégico.
En el desarrollo del programa hubo que innovar en sectores relativamente recientes: la electrónica, la propulsión para la navegación, el soporte vital, las comunicaciones, los controles de vuelo, y en tradicionales, como los textiles y la nutrición. Se requirió investigación básica, así como la combinación de tecnologías disponibles en nuevas formas. La toma de decisiones para resolver problemas complejos fue continua, así como diseñar el mejor esquema de financiamiento y verificación del cumplimiento de los objetivos.
“En el apogeo del Programa Apolo (1960-1972) participaron, en la práctica, más de trescientas mil personas, procedentes sobre todo de veinte mil contratistas y doscientas universidades de ochenta países, así como de la propia NASA”. Esto significó la necesidad de innovar en la propia gestión; se aplicó la ingeniería de sistemas, “la que permite visualizar todos los aspectos físicos de un problema y anticipar complicaciones, antes de que se produzcan”.
En 1958, el mismo año en que se fundó la NASA, el gobierno de los Estados Unidos creó la Agencia de Innovación del Departamento de Defensa; misma que desarrolló la ARPANET, precursora de la Internet. El desarrollo de los circuitos integrados que se utilizaron en el proyecto Apolo fue el fundamento de toda la industria informática estadounidense.
A partir de la exitosa experiencia del proyecto Apolo, Mazzucato se pregunta: ¿Cómo aplicamos estos mismos principios de la “misión” a los problemas más acuciantes que afronta la Tierra hoy en día?
La autora considera que los 17 Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) resumen los mayores problemas en la actualidad y que se deberían abordar con un sentido de urgencia. Sin embargo, se pregunta ¿cómo es que los sistemas de innovación han logrado poner un hombre en la Luna y no han encontrado solución a los problemas de la pobreza, el analfabetismo, la persistencia de los guetos y los barrios marginales? La respuesta es que, si bien en parte el problema es la política, una solución que sólo atienda los aspectos científicos y tecnológicos no puede resolver esos problemas, se requiere la participación ciudadana.
Mazzucato toma el concepto de misión como el punto de partida para la búsqueda e instrumentación de solución a los problemas globales. Su experiencia como consultora de la Comisión Europea le ha permitido aplicar esa metodología. En ese caso, identificó cinco “ámbitos de las misiones”: a) La adaptación al cambio climático; b) Reducción de las tasas de cáncer y mejorar la calidad de vida de los sobrevivientes; c) Los océanos, los mares y las aguas costeras saludables; d) Las ciudades inteligentes y climáticamente neutras y e) La salud del suelo y los alimentos.
En el ámbito del cambio climático, se podría establecer una misión para construir en Europa cien ciudades neutras en misiones de carbono. Esto implicaría innovaciones en múltiples campos: en la movilidad ciudadana, la gobernanza electrónica, la infraestructura de transporte con la electrificación completa del sistema de transporte público, la nutrición y la normativa de construcción.
Eliminar el plástico de los océanos es una tarea descomunal. Implica el sector marino, además de sectores como el diseño, los nuevos materiales, la gestión de residuos y la psicología conductual. Se pueden generar cientos de proyectos sobre los sustitutos del plástico y de mecanismos para eliminar el plástico en los océanos.
Para encabezar las misiones, la Comisión Europea decidió crear un consejo de cada misión. Cada consejo asesora a la Comisión.
En otra de sus experiencias, Mazzucato asesoró al Gobierno del Reino Unido sobre cómo aplicar el enfoque orientado por misiones a su estrategia industrial. Se identificaron cuatro desafíos: el futuro de la movilidad; el crecimiento limpio; el envejecimiento saludable y la inteligencia artificial y la economía de datos. Se trabajó en una misión cuya meta era que: las personas mayores vivan con salud sus últimos años, con proyectos individuales dirigidos a combatir la soledad y la posible disminución de la autoestima.
Las misiones son oportunidad para revertir la tendencia que se enfoca en el progreso individual en lugar de privilegiar el interés colectivo. Se deben fortalecer los vínculos del interés colectivo. Por lo que en la instrumentación de las misiones es fundamental la participación ciudadana: que implique y beneficie a los ciudadanos en la mayor medida posible.
Se trata de imaginar una nueva forma de vivir.
* Mazzucato, Mariana (2021), Misión economía: una carrera espacial para cambiar el capitalismo, Taurus, España, 249 pp.