GOMEZ12102020

Respeto
Ernesto Hernández Norzagaray

Mazatlán.- La semana pasada escuchamos en la conferencia la declaración de respeto de Rubén Rocha Moya, gobernador constitucional del Estado de Sinaloa, a la Universidad Autónoma de Sinaloa, y al rector Jesús Madueña; e inopinadamente, agrega que “sospecha” de financiamiento de la UAS al PAS.

La declaración, quiero pensar que más allá de rituales retóricos, la hace en nombre de una larga travesía de más de cincuenta años; y viene de cuando fue profesor y director de la preparatoria Guamúchil; de sus tiempos de líder del SPIUAS y secretario general de la institución; vendría también de cuando alcanzó la más alta distinción que puede tener un universitario: ser nombrado rector; y finalmente, como estudiante del Doctorado de Ciencias Sociales, donde obtuvo el grado académico que hoy ostenta como titular del Ejecutivo estatal (el primer gobernador con grado de doctor).

No hay otro universitario vivo que pueda presumir de tantas credenciales y tantos reconocimientos. Y esos atributos obligan. Obligan a cuidar la relación con las autoridades universitarias. Obligan a cuidar el discurso institucional cuando se refiere a la Universidad. Obligan en la diferencia plantear iniciativas de reforma razonables por los conductos institucionales. Obligan a cuidar que sus pares institucionales y políticos hagan lo propio. Obligan, en definitiva, a bajar la tensión mediática a que cada una de las partes haga su trabajo.

Más cuando expresa respeto al Doctor Jesús Madueña, rector de la UAS, que está realizando una buena labor, aprovechando los márgenes de actuación institucional que le permite el complejo de relaciones que se expresan en la casa rosalina.

El ejecutivo está en su derecho de mandar iniciativas de reforma o asumir como propia alguna de las seis que están archivadas en el Congreso del Estado y que fueron presentadas por distinguidos universitarios buscando corregir los problemas estructurales de su institución.

Pero lo que no se vale, desde su investidura, es hacer grilla buscando debilitar la imagen de la Universidad, poner en entredicho su autonomía y la personalidad del rector que dice respetar.

El gobernador ha dicho molesto que “sospecha” que la UAS financió al PAS en la operación para ser elegidos delegados al Congreso Nacional de Morena.

Y el rector Madueña ha respondido que la Universidad no financia partidos y que está dedicada a lo suyo. Lo mismo han dicho los directores de escuelas y facultades.

El problema es, si lo es, que en la UAS está el grueso de la militancia del Partido Sinaloense; y como en el pasado cuando dominaba el PCM, desde ahí se hace política hacia afuera.

Con una diferencia: mientras el PCM-PSUM-PMS lo hacía con escasas prerrogativas, el PAS recibe financiamiento público, de acuerdo con la votación obtenida en la última elección de diputados locales.

Y en 2021 fue la segunda fuerza más votada; y con ello alcanzó financiamiento suficiente para no tener que recurrir a la UAS y promover catorce candidaturas a congresistas nacionales, que con las reglas de Morena fueron ganadas.

El gobernador molesto con este resultado tomó acciones: la primera fue recurrir el triunfo de los políticos pasistas ante las instancias del partido, lo que derivó en la cancelación de los cargos electos y sustituidos, violentando su propia legalidad.

Ahora el asunto podría estar en tribunales, bajo el argumento de que se violaron derechos políticos al cambiar las reglas de la Convocatoria para elegir delegados; y habrá de resolverse antes del 16 de septiembre, cuando inician los trabajos del Congreso Nacional de Morena.

¿Por qué el gobernador se lanza contra la UAS, a sabiendas de que su “sospecha” no tiene futuro?; ¿está en su proyecto político hacerse de la UAS?; ¿o simplemente lo hace porque ve en Héctor Melesio Cuén la figura política con mayores posibilidades de crecimiento y podría opacarlo con sus apuestas fuertes para el 2024?

Desde mi perspectiva, ahí está el quid de la cuestión, porque Cuén Ojeda se ha vuelto un problema que hace necesario acotar esa fuerza de crecimiento y se busca hacerlo vía fast-track; o sea, saltándose la institucionalidad.

Y así, el gobernador va por el espacio mediático y en la semanera le dedica 35 minutos a hablar del PAS y la Universidad, despide a todos los funcionarios pasistas (salvo a aquellos que le declararon lealtad e incondicionalidad) y seguramente, en esta idea, esté operando en la Ciudad de México para que la secretaría de Hacienda intervenga en la UAS, mientras está “generando atmósfera, percepción” junto con Feliciano Castro. Incluso pide, exige al rector, que quite a los directores que “puso Cuén” y ponga a los suyos.

Hay prisa en el tercer piso, porque va contra el calendario electoral sin cuidar las formas; por eso el apresuramiento, el enojo, los exabruptos.
Soy un convencido de que las universidades públicas deben rendir cuentas y estar libres de cualquier tutelaje externo para desarrollar en el marco de su autonomía todas las potencialidades de cada uno de sus miembros.

Igualmente, soy un convencido del respeto a la ley; no concibo que el gobernador que “tanto quiere a la UAS” y “tanto respeta al rector Madueña”, haga declaraciones y manifieste sospechas de que la UAS sostiene financieramente al PAS, sin que interponga las denuncias correspondiente; no hay duda de que Cuén está ahí e influye, y quizá mucho, pero el gobernador está obligado por su investidura a sustanciar sus dichos y llevar sus alegatos y pruebas a las instancias correspondientes, no a hacer grilla.

El problema de Rocha Moya es que no esconde su deseo de tener todo bajo control, como en su momento lo intentó fallidamente Toledo Corro. Y en ese propósito, nada democrático, ya logró hacerse de los otros poderes institucionales del estado: de la alcaldía de Culiacán, donde sin prurito alguno puso a su ahijado; y pronto veremos el futuro de ese angelito que gobierna Mazatlán; y ahora va por la UAS, que tiene como rector al Doctor Jesús Madueña Molina, a quien hay que reconocerle que está trabajando para estabilizar este año educativa y financieramente a la máxima casa de estudios, como lo prometió en su último informe de actividades.

Entonces, la tarea de un gobernador con esas credenciales omnicomprensivas debería ser la de impulsar su proyecto político y en ese camino, tender puentes, construir acuerdos, fortalecer las instituciones del estado, para de esa manera cumplir con la oferta de un buen gobierno; y en esa idea, cabe cualquier reforma institucional de nuestra casa de estudios. Y por supuesto, haría honor a su nombre y trayectoria. Así lo único que siembra son desencuentros, inestabilidad, tensión y rencores.

Al tiempo.