CORONA04052020V

Retazos de Brisa Ramírez
Eligio Coronado

Monterrey.- «Retazos»* constituye un hermoso paseo por los recuerdos de Brisa Ramírez (Monterrey, N.L, 1975). Todo un paraíso compuesto de lazos familiares, costumbres, comidas, anécdotas, lugares, trenes, olores, sabores, sonidos, melancolías, tristezas y alegrías.

     La reflexión contribuye a matizar el bagaje de lo vivido y los momentos gratos son un regalo para el espíritu.

     El toque autobiográfico es el timón de este viaje por el territorio de la nostalgia y su bitácora está repleta de descubrimientos: “Apagaba mi voz para escuchar la danza que se hacía entre los árboles al paso del viento” («El eterno lugar de mi infancia», p. 18),

     “Las gallinas revoloteaban en el corral del patio trasero, su cacareo comunal me despertaba en cada amanecer, parecían señoras en un mercado dándose los buenos días efusivamente al mismo tiempo” («Reminiscencia», p. 87).

     Papá y mamá orientaban los pasos con la linterna del cariño: “No te apresures mi niña de ojos color aceituna, mira que el tiempo es cruel y nunca da tregua. Quédate otro rato en las cosas de la infancia, en donde la luna baja a los charcos y luego puedes tocarla” («Las simples cosas», p. 51).

     Gran sorpresa para Brisa el conocer su descendencia de los cherokees por el lado materno, de lo cual ella misma deduce su vocación literaria: (“Por mucho tiempo había intentado descifrar esta extraña dualidad entre este mundo que conozco y en otro más espiritual con el que de alguna forma me conecto cuando escribo” («Herencia», p. 83).

     Entre artículos y poemas la memoria erige su dominio y reconstruye el trayecto vital con todos los detalles emocionales: “Tan solo hoy / quiero ser niña otra vez. / Despertar en la casa / de grandes ventanas / colores clavel. / De escuchar a mi madre / mientras canta / preparando café” («Vestida de niña», p. 89).

     A la calidez y naturalidad habituales en Brisa, se une una corriente de humor que viene a complementar algunos pasajes de este memorial: “saqué la lechuga del morral y… ¡MADRES! Se la aventé con todas mis fuerzas en la cabezota y le grité: ¡TÓMALA POR GACHO! ... y ni crean que me quedé a ver su reacción, corrí como “Doña Naborita” en cámara rápida. Aquel morral ni me pesaba y los pies ni se me veían, rompí la velocidad del sonido” («De frutas, verduras… y la dignidad», p. 81).

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*Brisa Ramírez. «Retazos». Monterrey, N.L., Vortoj Editores, 2020. 90 pp.