Monterrey.- Una madrugada de hace varias décadas mi papá me levantó de mi lecho para que lo acompañara a cazar ranas. En aquella época los anfibios abundaban en acequias y charcos cercanos a casa. Sumidos en la miseria, aquella salida al monte prometía un gran banquete de jugosas y nutritivas ancas.
En vez de llevar resorteras, carabina de postas, o algún otro artilugio rudo para la cacería, mi viejo sólo se equipó con una lámpara de mano y un par de costales.
En medio de la oscuridad, mi papá alumbraba a las incautas y cantarinas ranitas y yo las cogía con la mano desnuda. Vivos, palpitantes, resbalosos, decenas de dóciles batracios llenaron nuestros dos morrales que después destazamos vivos, sin piedad. ¿Asco? Mucho, pero el hambre era aún más grande.
Cuento todo esto porque así veo la estrategia del candidato Samuel García en la última zancada de su campaña en pos de la gubernatura. Pato Machete, Genitallica y otros personajes del escenario musical juvenil son como la lamparita engañabobos de mi padre. Samuel apuesta a capturar el voto volátil, inmaduro, acrítico, visceral de los chavos con un videito musical seductor, polémico, apantallador, donde la que se luce es su esposa usada como vil patiño. ¿Tendrá éxito?
A Pato Machete ya lo pusieron pinto con críticas muy duras en sus redes sociales; no lo bajan de traidor, vendido, prostituto, ganapanes. Le salió muy caro el lance. Por lo pronto, recuerdo que Celso Piña se trepó a la campaña del derechista y elitista Fernando Canales en un gran cierre populachero. Decisión de él o su mánager que a muchos nos decepcionó en su momento. Canales ganó la gubernatura. Celso, el rey marginal, héroe del infelizaje y de miles de olvidados, creció después artísticamente por méritos propios, se arriesgó mucho, salió bien librado.
¿Cómo quedará el Pato y los demás ante sus seguidores? ¿Se ensuciaron de pies a cabeza por dinero? ¿De cuánto fue el cañonazo? Business is business, la coherencia política no da de comer.