PEREZ17102022

Sembrar semillas para un futuro sostenible
Lupita Rodríguez Martínez

Monterrey.- En un mundo donde los desafíos ambientales, sociales y económicos son cada vez más evidentes, la importancia de la educación para el desarrollo sostenible desde la primera infancia se vuelve fundamental. Significa sembrar semillas para un futuro sostenible, ya que la educación en estas edades tempranas sienta las bases para un aprendizaje continuo y moldea la manera como los individuos interactúan con su entorno y con los demás.

El desarrollo económico sostenible depende en gran medida de una fuerza laboral calificada y comprometida con prácticas responsables. La educación en la primera infancia proporciona la oportunidad de inculcar valores de responsabilidad social y ambiental desde una edad temprana. Las niñas y los niños que reciben una educación enfocada en el desarrollo sostenible, tienen más probabilidades de convertirse en adultos conscientes de los impactos de sus acciones en la economía, la sociedad y el medio ambiente

Esta educación trata de transmitir conocimientos y cultivar habilidades sociales y emocionales. Al fomentar la empatía, la colaboración y el respeto por la diversidad desde una edad temprana, se construyen cimientos sólidos para comunidades más inclusivas y resilientes en el futuro. Las niñas y los niños que crecen con una comprensión profunda de la interdependencia entre las personas y el planeta están mejor equipados para enfrentar los desafíos sociales contemporáneos y trabajar hacia un bienestar colectivo.

La educación ambiental en la primera infancia es esencial para cultivar una conexión significativa con la naturaleza y promover comportamientos sostenibles. Al brindar experiencias prácticas y positivas en entornos naturales, se fortalece su conexión emocional con el medio ambiente y se fomenta una mayor responsabilidad hacia su preservación. Además, les enseña sobre la importancia de los recursos naturales, la conservación de la biodiversidad y la mitigación del cambio climático, preparándolos para ser ciudadanos activos y comprometidos en proteger el planeta.

En países como Finlandia, donde la educación infantil se enfoca en la interacción con la naturaleza desde una edad temprana, se ha observado un impacto significativo en el desarrollo económico sostenible. Las niñas y los niños que participan en programas de educación al aire libre, muestran una mayor creatividad, resolución de problemas y conexión con el medio ambiente; habilidades que son esenciales para la innovación y la competitividad económica a largo plazo.

En Costa Rica, el programa “Educar con Propósito” ha integrado la educación para el desarrollo sostenible en las escuelas desde la primera infancia. Como resultado se ha observado un aumento en la empatía, la colaboración y el sentido de comunidad entre niñas y niños, sentando las bases para una sociedad más cohesionada y solidaria en el futuro.

El movimiento "Early Childhood Environmental Education Network" de Australia, ha promovido la educación ambiental en la primera infancia a través del programa "Nature Play", que fomenta el aprendizaje experiencial en entornos naturales. Las niñas y los niños que participan en estas actividades muestran una mayor comprensión y aprecio por la naturaleza, así como un compromiso más fuerte con la conservación ambiental en su vida adulta.

En el caso de Nuevo León, tenemos la experiencia de los Centros de Desarrollo Infantil (CENDI) del Frente Popular “Tierra y Libertad” (FPTyL), cuyo pilar para el desarrollo justo y equitativo es la educación. En este sentido, la educación para el desarrollo sostenible desde la etapa inicial es una herramienta fundamental para lograr un cambio de actitud y de comportamiento en la sociedad. Por ello, el modelo educativo CENDI contribuye a una formación holística, donde niñas y niños aprenden a interactuar con el ambiente, adquiriendo conductas de responsabilidad y relaciones armónicas para la protección y conservación ambiental.

Estos ejemplos ilustran cómo la educación para el desarrollo sostenible desde la primera infancia es teóricamente viable y produce resultados tangibles y positivos en el desarrollo económico, social y ambiental a largo plazo. Al invertir en la educación desde una edad temprana, estamos invirtiendo en un futuro más próspero, equitativo y sostenible para todos.

Como dijo alguna vez Nelson Mandela: “La educación es el arma más poderosa que puedes usar para cambiar el mundo.” En el contexto del desarrollo sostenible, esta cita cobra aún más significado, ya que resalta el papel crucial que desempeña la educación en la creación de un mundo más justo, equilibrado y sostenible para las generaciones presentes y futuras.